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Ficha de experiencia

Francisco De Roux, Colombia, diciembre 2005

Pertinentes del Magdalena Medio. El desafio de la paz frente al conflicto armado interno en Colombia : experiencias de vida y de muerte

Keywords: Colombia

La vida y la muerte en Monterrey

Una pareja joven, con un niño de brazos, llegó a Monterrey el domingo pasado. En Monterrey están, desmovilizados, las cabezas de lo que fue el ejército regular del Bloque Central Bolívar. La pareja llegó empeñando una plancha de ropa para comprar pasajes y viajar. En varios lugares del pueblo buscaron plata sobre la plancha. Luego se embarcaron en el carro. La presencia de ellos causó preguntas y nervios entre los desmovilizados. Al día siguiente corrió el rumor que habían sido asesinados. La inspectora y la policía fueron al levantamiento y no encontraron cadáver. Les robaron el muerto, comentó la gente burlándose.

Hay testigos que vieron el cadáver del hombre, hacia La Rojita, vía de la Sabana. En el pueblo es una evidencia que los mataron y ocultaron los cuerpos. Están buscando al bebé. Los pobladores comentan que ahora es más peligroso que antes. Antes las AUC actuaban públicamente y se atribuían los hechos y con eso sometían a la población. Ahora hacen las cosas y necesitan mantener limpia la hoja de vida. Ahora no pueden dejar rastro. Hace dos meses mataron a una mujer joven en Monterrey y la gente llevó la denuncia a la OEA. El pueblo ha hecho saber que si ocurre un hecho más se levanta contra la policía que no actúa, como lo hizo en las asonadas de San Pablo y Santa Rosa.

La muerte de soldados en el sur

Los 26 soldados y 3 suboficiales muertos, y los cinco guerrilleros caídos, en un ataque de las FARC en el sur del país, en la semana de Navidad, muestran que la guerra de cuarenta años continúa en Colombia ; y que la política de “guerra contra el terrorismo” de la seguridad democrática no ha traído la paz. Las FARC están celebrando el triunfo militar, mientras más de 40 millones de colombianos suspendieron los villancicos para dar entrada al dolor y la tristeza ante la muerte de 35 jóvenes, hijos e hijas de esta tierra nuestra, de la misma raza, de la misma lengua, de la misma fe, de los mismos ideales y sueños de vida. Muertos en una guerra injusta. De la que no puede salir ni la justicia social que quiere la guerrilla ni la seguridad del vencedor que quiere el gobierno.

Desmovilización sin desmantelamiento

Hace pocas semanas, miembros del Bloque Central Bolívar “desmovilizado” atacaron con disparos y granadas a los hermanos Cendales en el restaurante Las Palmas, en Santa Rosa del Sur. Fue un ataque organizado, estratégico, ordenado por los negociadores de la paz del Realito. Jaime Cendales quedó con una esquirla en la frente y después de una operación de cráneo apenas esta semana pronunciaba dos palabras y tenía paralizado el lado derecho del cuerpo. El día del atentado Jaime quedó tendido en el suelo y un policía le quitó el bolso que tenía terciado sobre el hombro. Otro policía vendió el bolso a las autodefensas. En el bolso estaban los datos de las personas que habían contactado los Cendales en Santa Rosa del Sur. Esta lista, en manos de las autodefensas, se ha convertido en una espada de Damocles para Santa Rosa. Un joven asesinado pocos días después estaba vinculado a la lista. El Bloque Central Bolívar ha llamado a la gente a San Blas, a pedir cuentas. Los Cendales están condenados a muerte. Las autodefensas no quiere entregarle a nadie el sistema de seguridad de Santa Rosa, que sin duda consideran parte del proceso “legalización” de las AUC, que, como dicen los pobladores aquí, hoy, en diciembre, después del diálogo con el gobierno, “son un monstruo con todo el poder del dinero y de la fuerza para ejercer la coerción”.

Hoy nos preguntamos si Santa Rosa, que ha tenido varios intentos grandes de afirmar su autonomía, tendrá el coraje para ir hasta el final en la lucha no violenta por su libertad. En una situación donde el Estado no parece neutral. No parece al lado del pueblo. Sino al lado de una de las partes. Y el pueblo tiene que defender su soberanía y defender civilmente a un Estado que ha quedado enredado con las autodefensas.

La marcha de Arenal

Arenal. Icono del Magdalena Medio. Palenque de familias negras que huyeron de Cartagena en la Colonia para vivir en libertad. Vividero de pobres. Pueblo querido.

¿Qué puede decirse de la guerrilla de la cordillera de San Lucas, explotadora de Arenal? El ERP, Ejercito Revolucionario del Pueblo, ha lanzado una campaña de extorsión y de secuestro contra el pueblo de Arenal. Ya se llevó las primeras víctimas y una lista de 137 tienen que presentarse para pagar tributo de su pobreza o entregar la libertad que hace trescientos cincuenta años conquistaron frente a los amos blancos. El ERP roba el ganado de los microhatos. Caza a los niños para engrosar sus filas. El pueblo está atemorizado. Triste, herido, encerrado en las calles, porque teme a la insurgencia que acecha los caminos.

Arenal tiene un núcleo de pobladores activo y valiente, creado en el proceso del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio y un conjunto de proyectos participativos del Laboratorio de Paz. Con coraje asumió el riesgo de sacar del pueblo a los paramilitares del Bloque Central Bolívar para conquistar la soberanía. Ahora tiene que proteger su libertad frente a la guerrilla.

El 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada, Arenal salió a la calle. Todo el pueblo manifestó contra el secuestro, contra la extorsión, pidiendo respeto a la vida, a la libertad. Y gritando que los grupos armados ilegales y el gobierno buscaran una salida política negociada al conflicto. A la marcha se unieron pobladores de los otros pueblos del sur de Bolívar.

La agresión contra la sociedad civil

La zona rural de Barrancabermeja no es solamente de viejos campos petroleros. Hay también familias campesinas. Las familias campesinas del corregimiento de El Centro, de las veredas de Tenerife, Campo 16, Campo 23, y la que habitan hasta salir al bajo Simacota y más arriba hasta Campo Capote. Todos los pobladores rurales que poseen tierra en esta zona han recibido en estos días el ultimátum de los paramilitares: o pagan 8 mil pesos por cada hectárea de tierra o se meten en “problemas”. “Problemas” significa lo mismo que “la bolsa o la vida”. Y sino la vida el desplazamiento, la huida, el abandono de la finca. Han puesto una fecha. Para el mes de julio todo el mundo tienen que haber pagado. Es una espada de Damocles que los y las jefes de hogar campesinos tienen sobre la cabeza y sobre la cual no hablan con nadie. Saben que contar puede significar que les caiga encima el arma asesina. Y todavía no hay suficiente seguridad con las autoridades militares y la policía para tener la confianza de contarles y no correr el riesgo de que las autoridades le cuenten a los paramilitares cómo lo supieron. La esperanza está en que los pobladores de El Centro se están organizando con la determinación que no tuvieron antes, para apropiarse del destino de su comunidad en este momento en que empieza allí el proyecto de recuperación de los petróleos profundos del pozo de Cira Infantas. Esta organización comunitaria los ha llenada de unión y de fortaleza. Están dispuestos a luchar por su autonomía ante el paramilitarismo que sigue en diálogo en El Ralito y sigue haciendo de las suyas para imponerse en la guerra y en la política al mismo tiempo. Los mismos pobladores se organizan para hacer valer sus derechos y asumir como propio el desarrollo de los pozos profundos de petróleo que empezará el mes próximo en Barrancabermeja.

Sabiduría campesina

El viejo se quedó mirando al sargento que lo señaló como aliado de la guerrilla.

Era la caída de la tarde en las estribaciones de la Cordillera de San Lucas. El militar le dijo: “Ahora colabora con nosotros o se va, entiende?”

El viejo continuó mirándolo y pausadamente dijo. “No me voy. Son mis cuarenta hectáreas. Yo no puedo echarme la tierra al hombro”.

“No joda, colabora o se va”, insistió el sargento.

El viejo, con una calma larga y fuerte le dijo. “No voy a desplazarme más. Si ustedes son más arrechos colaboro con ustedes. Si los otros son más arrechos colaboro con los otros. Los campesinos, la tierra y los muertos nos quedamos con los más arrechos, entiende?”

Drama de las familias que viven en medio del conflicto en marzo del 2006