Ziad MAJED, Thomas CLERGET, Francia, abril 2017
Entrevista con Ziad Majed
Una mirada propia sobre Siria más allá del velo ideológico.
Keywords: Resistencia a los grupos terroristas | Oponerse a la impunidad | Geopolítica y paz | La responsabilidad de las autoridades políticas con respecto a la paz | Syria
Introducción
por François Soulard (Observatorio Geopolítico de los Conflictos)
La situación en Siria, como en otros escenarios de conflictos irregulares, choca con una importante dificultad de lectura y comprensión por parte del periodismo internacional y de diversos actores socio-políticos de todos los continentes. Es sabido que existe un importante velo informacional debido a las estrategias de manipulación que cada campo involucrado desarrolla sobre el conflicto globalizado. Pero más profundamente existe un velo ético e ideológico que no deja de evidenciar un desfasaje de los modos de percepción y de pensamiento con el período geopolítico que se inició luego de los acontecimientos del año 2001.
Para contribuir a la renovación de los marcos de interpretación y poner en relieve las voces locales y propias que experiencian directamente el conflicto, compartimos a continuación esta entrevista de Ziad Majed realizada por el periodista Thomas Clerget, originalmente publicada en francés el 19 de abril 2017 en el medio independiente BastaMag. Ziad Majed (@ziadmajed) es politólogo franco-libanés, profesor especialista del Medio Oriente y de sus sociedades civiles. Es autor del libro La revolución huérfana publicado en 2014.
Señalamos otros textos de diversos analistas sirios y libaneses que han sido traducidos en castellano en el blog: traduccionsiria.blogspot.com. Por ejemplo el Velo de la ideología (de Salameh Kaileh), La guerra abstracta y sus victimas inocentes (de Yassin Swehat), Lecturas sobre el ataque estadounidense: mi postura (de Yassin Swehat),Declaración de la sociedad civil siria en relación a las negociaciones de Ginebra. Recomiendo también La causa siria y el anti-imperialismo (en inglés) de Yassin al-Haj Saleh.
Thomas Clerget: ¿ Cómo explicar el cambio de la administración Trump que recientemente bombardeó una base militar del régimen sirio, cuando parecía estar mucho más complaciente con este último unas semanas antes?
Ziad Majed: Veo varios elementos de explicación. Primero, la administración Trump no tiene una visión clara sobre la cuestión siria. Una tendencia, en su interior, preconiza una retirada en Siria y en el Medio Oriente, conservando una prioridad: la lucha contra el Estado islámico. Esto hace que mantener o no a Bachar al-Assad en el poder se vuelva una cuestión secundaria. Otra tendencia esta caracterizada por la hostilidad de Trump hacia Irán. Esta hostilidad no se puede expresar en Iraq, dónde los Estados Unidos son aliados de Teheran a través del gobierno de Bagdad, y de los combates contra el Estado islámico. Sin embargo, puede expresarse en Siria, dónde la expansión de los iraníes, cuyos grupos armados son omnipresentes, enoja a los americanos. Una voluntad de contener esta situación explicaría su cambio de actitud respecto a Assad.
Ahora bien, Donald Trump manifiesta una voluntad de distinguirse de su predecesor. Obama, en los temas internacionales, instaló una tradición en general menos intervencionista, privilegiando la diplomacia sobre el uso de la fuerza. Trump prometió una política aislacionista, pero parece querer reafirmar la supremacía americana en el escenario mundial, con capacidad de ser firme ante los desafíos importantes. En este sentido, el uso de armas químicas por Bachar al-Assad se presentó como una oportunidad para actuar. Aunque habiéndose acercado a Rusia, Trump quiere mostrar que Assad no lo puede provocar de este modo. Su réplica, si bien fue limitada, pretende reponer a los Estados Unidos como uno de los actores centrales, demostrando que su administración no puede estar totalmente marginalizada de la cuestión siria.
¿ Esta demostración de fuerza pretendería recobrar algunos márgenes de maniobra en el plano diplomático? ¿Qué provecho puede sacar de todo esto?
La cuestión es saber como será la posición americana y occidental respecto a Bachar al-Assad después de este ataque. ¿Será incluido en una transición política preparando el futuro de Siria? Si, pese al ataque americano, las ambigüedades persisten, a través de una posición de tipo « o Assad, o los yihadistas », entonces Assad tiene buenos días por venir delante de él. Es una invitación a la impunidad, porque si se presentan las cosas de esta manera, desde luego ninguna capital elegirá a los yihadistas. Este tipo de discurso remite a una ignorancia y a un desprecio del pueblo sirio. Si acabamos con estas ambigüedades, si hay realmente una voluntad de poner a Bachar al-Assad fuera del juego, entonces la situación podría posiblemente evolucionar hacia un horizonte favorable.
Pienso que el ataque químico, como en el año 2013, pretendía poner a prueba la nueva administración americana. Es imposible que Assad hubiese actuado sin el aval de los rusos y de los iraníes; esto hubiese sido para él un riesgo enorme. Ahora, la reacción americana queda identificada. A partir de este momento, los rusos y el ejército del régimen sirio intensifican sus ataques sobre las mismas zonas, sin armas químicas pero con bombas incendiarias. Quieren mostrar su determinación. Los Estados Unidos probablemente no replicarán en el plano militar, ¿pero que pasará a nivel político? Todo esto se va develar en las próximas semanas. Sabremos si el giro de tonalidad con Assad sera temporario o más bien si se va consolidar.
Una acción contra las capacidades militares del régimen sirio había sido solicitada muy temprano por los revolucionarios sirios, desde el año 2011…
Lo que pedían los revolucionarios a sus apoyos occidentales cuando se pasaron a la lucha armada, era abastecerlos con misiles antiaéreos para luchar contra la aviación del régimen. La administración Obama se negó en proveer estas armas y presionaron a otros Estados para que sigan la misma conducta. En 2012, cuando el régimen comenzó en usar su aviación, así como también los misiles balísticos Scud, era el momento de actuar: el Estado islámico no existía y la frente al-Nosra, entonces afiliado a Al-Qaïda1, era todavía una fracción bastante marginal. Había sin embargo un Ejército sirio libre, así como movimientos islamistas sirios no yihadistas, que la inmensa mayoría de los actores regionales y occidentales conocían bien.
Pero la prioridad americana era la negociación sobre la cuestión nuclear iraní y una retirada militar como continuación de su retiro de Iraq y de Afganistán. Esto animó el régimen sirio y sus aliados a ser más firmes todavía. La rebelión solo pidió un bombardeo de los aeropuertos militares y de las bases de artillería de la fuerza del régimen sirio en agosto de 2013, al momento de la matanza química de Ghouta, en la periferia de Damasco. Pero Obama dio marcha atrás. Es ahí donde se cristalizó la situación perversa que permitió a Bachar al-Assad escapar de toda sanción, a cambio de una restitución de su stock de gas sarin. Recordemos que ya negaba ferozmente toda posesión de armas químicas antes de restituir cerca de 1400 toneladas. Probablemente no era la totalidad del stock. Y los bombardeos clásicos continuaron, luego los bombardeos que utilizaban los barriles explosivos y el cloro, causando más de 100 000 muertos civiles.
Cuando se mira el conflicto a largo plazo y la reticencia de los Estados Unidos y de Europa para sostener realmente a la oposición, parece que nos alejamos de la tesis de una guerra que estaría al servicio del « imperialismo occidental » piloteada desde el exterior para apropiarse los recursos del país, como se escucha a veces…
Desgraciadamente, respecto al Medio Oriente, las teorías del complot son siempre florecientes. Esto se explica por un contexto particular: recursos importantes, en particular el petroleo y el gas, la posición estratégica de la región, o también el conflicto israelo-árabe que alimentó un sentimiento de doble estándar. Luego, en base a las experiencias recientes: la fabricación americana de falsas pruebas para justificar la invasión de Iraq en el 2003, la intervención en Libia, dónde la resolución 1973 de Naciones Unidas destinada a proteger a las poblaciones ha sido utilizada para precipitar la caída del régimen libio. La consecuencia es que en Occidente, en ciertos espacios de la izquierda, un discurso oficial hostil a uno de los regímenes árabes es inmediatamente acusado por « imperialismo » y de voluntad « intervencionista » escondida detrás de la cuestión de los derechos humanos.
Las sociedades árabes y sus poblaciones están ausentes de los análisis de la mayoría de los « expertos » occidentales. No conocemos la sociedad siria y las relaciones de clases que las atraviesan. No leemos a sus intelectuales, a sus relatos de las experiencias carcelarias, sus proyectos de reformas, sus relaciones con el régimen sirio, el miedo. Hablamos de geoestrategia, de fronteras, de petróleo, de gasoductos… Pero Siria no es el buen lugar para las obsesiones petroleras y gasíferas. Hay petróleo y gas, sí. Pero no en cantidades importantes. Se trata sobre todo de entender una revolución cuyas causas son profundas, de la lucha de un pueblo por su libertad, que se transformó en lucha armada y luego en guerra total. La base del problema está allí. En los discursos políticos dominantes, en Francia por ejemplo, vemos sólo las rivalidades entre las grandes potencias, el conflicto entre sunnitas y chiitas. Algunos no pueden imaginar que una sociedad de mayoría musulmana pueda luchar por su dignidad y su libertad. Para ellos, parece haber un “control remoto” que hace movilizar a millones de personas a la calle.
¿Pero Siria no se transformó como un campo de batalla de un gran número de potencias extranjeras, regionales y mundiales?
Es verdad, pero hay que poner las cosas en perspectiva. Por un lado repudiamos la reciente intervención militar americana contra una base aérea del régimen sirio. Pero ya hubo cerca de 8000 expediciones americanas contra el Estado islámico, habiendo causado centenas de muertos civiles, y nadie las denunció. Del lado ruso, hubo más de 10 000 expediciones militares, generando más de 4500 muertos civiles y millares de muertos entre los combatientes de la oposición - y no del Estado islámico. Sin embargo, no hemos escuchado hablar de « intervención », al mismo tiempo que una parte de Aleppo y de sus habitantes fueron borrado del mapa. Asimismo, Siria está ocupada por entre 30 000 y 40 000 milicias chiítas libaneses, iraquís, afganas y paquistaníes, movilizadas por Irán en pos de ayudar al régimen. No se habla de esto. ¿No se trata también de una grave injerencia exterior?
Me pregunto que seres humanos son capaces de manifestar contra un ataque que se refiere a un aeropuerto militar, matando a militares sirios y destruyendo equipos que atacaban a civiles, sin protestar jamás contra la matanza de 200 000 civiles por el régimen sirio y sus aliados. Me pregunto cómo uno se puede quedar silencioso frente a las matanzas diarias que se extienden desde hace seis años, luego denunciar una « guerra imperialista » porque hubo 59 misiles disparados sobre una base militar del régimen de Bachar al-Assad. Ningún civil muerto, ninguna destrucción a los alrededores, solo una base militar, que sembraba la muerte y el terror. Para mí, es el colmo.
Efectivamente podríamos subrayar que los aviones de la base de Al-Chaayrate, la que fue bombardeada por los Estados Unidos, no despegaban para ir a golpear al Estado islámico…
El Estado islámico no tiene ninguna presencia en esta zona particular. Esta idea, según la cual el régimen sirio estaría combatiendo al Estado islámico es una gran ilusión. Esto sólo ocurre en raras excepciones cuando hay una lógica de expansión territorial implementada por el Estado islámico - como en Palmyre o alrededor del aeropuerto de Deir Ezzour. No estoy diciendo tampoco que el Estado islámico y el régimen son aliados. Esto sería plantear otra teoría conspiracionista. En realidad, el régimen de Bachar al-Assad no tiene interés en eliminar al Estado islámico, quien le sirve para justificar su mantenimiento al poder.
Son sobre todo los combatientes de la oposición - en la zona rural de Aleppo, en Qalamoun y al sur - las milicias kurdas - al norte - y los americanos que golpean al Estado islámico. Según el Instituto de la Guerra, más de 86% de los ataques rusos afectaron a la oposición y a civiles, y solamente el 14 % de las zonas controladas por el Estado islámico. Respecto a las fuerzas del régimen sirio, entre abril de 2013, año de nacimiento del Estado islámico, y septiembre de 2014, cuando los americanos comenzaron sus bombardeos, nunca atacaron directamente el Estado islámico.
Más allá del Estado Islámico, algunos consideran que la oposición siria estaría compuesta solamente por grupos yihadistas ¿Comparte esta afirmación?
Para algunos efectivamente, no habría más que Assad y los yihadistas. Sea por ignorancia o por voluntad de manipulación, estos discursos hacen el juego de Bachar al-Assad. Facilitan su mantenimiento en el poder. Hoy, hay de hecho tres componentes esenciales en la oposición. La primera es el Ejército sirio libre que es la extensión directa de la revolución. A pesar de su debilitamiento, a pesar del hecho de que no recibió un gran apoyo por parte de los aliados de la oposición, sigue existiendo en varios frentes y domina la región de Deraa en el sur, también varias zonas en el centro del país.
El segundo componente, son los grupos islamistas sirios, pero que no son grupos yihadistas. Son próximos a los Hermanos musulmanes, o de corrientes del Islam salafista por ejemplo. Consideran el Islam como una fuente de gobernanza y de legislación, pero su combate se limita en Siria y su prioridad es combatir el régimen de Bachar al-Assad. Son a veces poderosos, han sido sostenidos por Turquía, Arabia Saudita, Qatar. Pero al igual que su equivalente palestino, el Hamas, su lucha armada esta territorializada, sin voluntad de yihad internacional. Todos los sirios de la oposición no están de acuerdo con ellos, pero son en ciertos casos aceptados por una parte de la población.
Quedan el Estado islámico y el frente al-Nosra, a menudo considerado como la rama local de Al-Qaïda…
Efectivamente. El tercer componente de la oposición es la frente al-Nosra, que pertenece a la esfera de influencia yihadista. Este grupo cambió de nombre y se llama ahora Fatah al-Cham, desde el momento en que se separó oficialmente de Al-Qaïda. Al-Nosra combate el régimen, el Estado islámico y a veces otros grupos de la oposición. En cuanto al Estado islámico, encarnación del yihadismo tanto en Iraq como en Siria, jamás formó parte de la oposición. La combate mucho más que lo que combate el régimen.
Hay pues una diversidad importante de actores. Los yihadistas son fuertes, pero no son ni la sola fuerza, ni la que impone sus decisiones y sus prioridades a la oposición. ¿Y si tememos la subida de los yihadistas y de los islamistas, ¿por qué no sostenemos más al Ejército sirio libre? El mejor regalo que se le podría hacer a los yihadistas y a los islamistas radicales para ayudarlos a reclutar en Siria, sería mantener a Bachar al-Assad en el mando del país.
¿La salida de Bachar al-Assad haría correr un riesgo suplementario a los países europeos, permitiéndoles a los yihadistas ocupar el espacio vacante?
Es exactamente lo contrario. Por cierto, la salida inmediata de Bachar al-Assad no pondría fin al conflicto. Ciertas fuerzas, como el Estado islámico, intentarían perjudicar el proceso político. Pero sería el principio del fin de un conflicto muy asesino. Seis millones de exiliados, siete millones de desplazados internos, 500 000 muertos, 200 000 desaparecidos… No hay peor cosa que el caos actual. Con tiempo y con una voluntad internacional de sostener la transición, toda alternativa poniendo fin a los bombardeos será preferible a esta catástrofe. Si alguien todavía se plantea la cuestión, es porque no entiende bien lo que sucede. Eso equivaldría decir a los sirios: « sufrieron todos estos crímenes, todos estos muertos, pero van a guardar el dictador que los masacró, no se preocupen…". Es imposible. Por otra parte, sin las ocupaciones rusas e iraníes, el régimen no podría mantenerse. Sabemos como las ocupaciones militares resultan en el Medio Oriente. Con Bachar al-Assad, ninguna solución es « realista ».
Sin contar las consecuencias extremadamente peligrosas del mensaje que sería enviado a los sirios, así excluidos del derecho internacional. Cuanto más Assad se queda, más el Estado islámico, al-Nosra y otros podrán reclutar, gracias a la frustración, la ira y la injusticia. Por supuesto si Assad se va, todos los problemas no se van a solucionar. Hubo seis años de conflicto. Antes de esto, 41 años de una dictadura de hierro. Con Hafez, el padre de Bachar al-Assad, hubo 20 000 civiles muertos en Hama en febrero de 1982 y 17 000 desaparecidos a través de sus treinta años de presidencia. Hubo un estado de emergencia permanente, un exterminio de la vida política. Ningún partido podía crearse ni pensar en alternativas. Hubo una invasión militar del Líbano, guerras regionales, millares de exiliados y de refugiados políticos. Para avanzar, hace falta que los responsables de este régimen se vayan. La justicia es la única solución contra el nihilismo guerrero, contra la radicalización.
¿En medio de este mosaico de actores, la revolución siria todavía existe? ¿ Si Assad sale del poder, la sociedad siria tendría la capacidad de tomar su destino en sus manos?
La revolución se metamorfoseó. Esta atrapada por un conflicto armado, alimentada por las intervenciones exteriores desde el 2012. Esto no quiere decir que ciertas formas de lucha armada no forman parte del proceso revolucionario. Pero este último se encontró encerrado en la trampa de una guerra que lo supera, de la misma manera que supera el régimen sirio. Este último no tiene más independencia respecto a sus apoyos. Pero la voluntad revolucionaria siria está viva: a través de los comités locales, a través de las iniciativas de la sociedad civil nacida bajo los bombardeos, en torno a la ayuda mutua y alrededor de la solidaridad. Los médicos, los enfermeros, la defensa civil - los famosos cascos blancos-, las organizaciones de mujeres, con un número muy importante de viudas y de huérfanos que están cuidados por asociaciones civiles. Todos los que trabajan con los refugiados y los desplazados.
Esta voluntad perdura también a través de los relatos de los artistas y de los intelectuales. La expresión artística se desarrolló de manera fenomenal a partir del año 2011, con una liberación increíble de la palabra, una destitución del miedo, de los tabúes, de la autocensura. También con una voluntad de crear una memoria siria, de negar el silencio que reinó mucho tiempo. La sociedad civil siria es increíblemente resistente y resiliente. Está en el corazón de la revolución, en el corazón de su permanencia. Es por eso que esta en la mira y bombardeada sin cesar.
Hay que hablar del futuro de los exiliados … ¿ Podrán desempeñar un papel en el futuro del país? ¿ Y en este caso, bajo qué condiciones?
Entre los seis millones de exiliados, entre los cuales hay cinco millones que todavía se encuentran en los países vecinos, existen muchos activistas de la revolución siria, de los miembros de los comités de coordinación que organizaban las manifestaciones, que grababan los acontecimientos. Millares de sus compañeros perdieron la vida o se lamentan en las cárceles del régimen. Es importante que los que se salvaron de eso puedan volver un día a Siria. Pero mientras Bachar al-Assad esté en el poder, esta gente, como la gran mayoría de los refugiados, no volverán.
Para que vuelvan, hará falta también un proceso de reconstrucción con una ayuda internacional. Rusia pide a Europa financiar. Pero financiar con Bachar al-Assad al poder volvería a consolidar su régimen y ofrecerle una nueva vida. Hace falta una transición con justicia, excluyendo a los que, en los servicios de inteligencia, en el ejército o las cárceles, son culpables de crímenes. Pero no hay que reproducir el error iraquí, purgando la totalidad de los responsables del régimen. Hacen falta reformas, pero el aparato estatal debe ser preservado: la electricidad, el agua, las infraestructuras… Un sistema descentralizado es también necesario, para dar espacio a los distintos componentes de la sociedad siria: las corrientes políticas, las regiones, las comunidades, la población kurda. Pero una vez más, la condición previa es la salida de Assad y de su clan.
Notas
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Foto : Una joven activista siria en Alepo a finales de 2012 / CC Freedom House.
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Traducción del artículo al español por François Soulard.
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1El frente al-Nosra luego declaró su autonomía respecto a la organización terrorista internacional. El grupo también cambió de nombre para llamarse Fatah al-Sham.