Mauricio Garcia Duran, Bogota, febrero 2008
Entrevista con el Padre Mauricio GARCIA
Entrevista realizada por Henri Bauer y Nathalie Delcamp (Irenees).
Irenees :
¿Puede presentarse, por favor?
Padre Mauricio García :
Soy un colombiano con formación en Ciencia Política, Filosofía, Teología y, finalmente, con un doctorado en Estudios de Paz. A partir de 1990 comencé a trabajar en los temas de paz, primero con el foco en los procesos de paz, particularmente los que se vivieron en Colombia en los años noventa, que llevaron a la desmovilización de alrededor de 5.000 guerrilleros de 8 grupos y disidencias distintas; a partir de mediados de los noventa, sin dejar de prestar atención a los procesos de paz, me fui inclinando a hacer una mirada a los esfuerzos colectivos de la sociedad colombiana a favor de la paz, lo cual fue el tema central de mi tesis de doctorado.
Irenees :
Sacerdote jesuita e investigador, desde hace años usted concentra sus trabajos de investigación acerca de la mobilización civil para la paz en Colombia: ¿cuáles son las principales razones de su compromiso por la paz?
Padre Mauricio García :
En primer lugar, un contexto como el colombiano, donde desde hace un poco más de cuarenta años vivimos el ciclo más reciente de violencia, es imposible ser honestamente ciudadano sin que en uno surja una preocupación por la paz. Y esa preocupación por la paz se ha acentuado a partir de finales de los años ochenta y principios de los noventa, cuando Colombia alcanzó en los estándares internacionales el nivel de conflicto armado mayor (o guerra civil), es decir, cuando más de 1.000 combatientes mueren como resultado de los enfrentamientos entre las partes. Como científico social, hacia mediados de los noventa experimente un cansancio de “contar muertos”, que era lo que se hacía cuando se analizaba la situación del país, y fui sintiendo cada día más y más, la necesidad de dar cuenta de los esfuerzos positivos que se hacían dentro de la sociedad colombiana por construir alternativas de paz. Ello fue lo que me llevó a comenzar el esfuerzo de construir una base de datos de acciones colectivas por la paz. En segundo lugar, ciertamente una razón fundamental para mi compromiso por la paz nace de mi fe religiosa. Para mí creer en Dios implica comprometerse en la construcción de un mundo más justo y pacífico. Como dice Jesús en el Evangelio: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios (Mateo 5, 9). En tercer lugar, cuando se entra en contacto con comunidades afectadas por la violencia, como es el caso de población en situación de desplazamiento, se percibe de una manera muy honda un llamado a construir una alternativa en la que primero esté la defensa de la vida de la gente y el construir una vida sin violencia, una vida sin discriminaciones, una vida con esperanza, una vida con justicia.
Irenees :
Colombia es un país con problemas sumamente graves: desigualdades socio-económicas importantes, un conflicto armado que dura desde más de 40 años, organizaciones mafiosas y narcotraficantes… al mismo tiempo, es un país democrático, en crecimiento económico, cuyos habitantes son bastante festivos… : ¿diría usted que hay dos Colombias que cohabitan en el mismo territorio, una que sufre la violencia y otra que lleva una vida normal y que le gusta celebrar? ¿O más bien que ésta división existe al interior de cada colombiano?
Padre Mauricio García :
Dos Colombias, no estoy tan seguro. Es indiscutible que hay situaciones de contraste, entre otras entre un país urbano y un país rural, entre zonas de gran desarrollo económico y otras de gran pobreza, entre zonas con un comportamiento político más democrático y otras con tendencias clientelistas muy arraigadas. Por tanto, se pueden encontrar paradojas en las que conviven situaciones que parecieran excluirse. Yo recuerdo una Navidad en una comunidad en el Bajo Atrato. Ellos habían sido desplazados y habían retornado en unas condiciones realmente difíciles; además la naturaleza atentaba contra ellos. En ese diciembre el río Atrato estaba desbordado y el agua podía estar alrededor de 1 metro arriba del piso. Una situación que se podría describir como trágica. Y en medio de esta situación, la gente encontraba capacidad para reírse, para divertirse. La gran preocupación de la comunidad fue cortar árboles grandes y traer la madera para hacer una tarima por encima del nivel del agua en la escuela y así tener un lugar en el que la comunidad pudiera cada noche celebrar la Misa y bailar! Y así lo hicimos todos los nueve días de la novena de Navidad. Es decir, la gente encuentra posibilidades en medio de los contextos más difíciles. Y eso es lo que muestran las múltiples iniciativas y experiencias de paz que hay a lo largo y ancho del país.
Irenees :
¿Cómo explica usted el conflicto armado colombiano?
Padre Mauricio García :
Creo que la violencia en Colombia se explica por un proceso de exclusiones sociales, políticas, culturales que han ido evolucionando, tejiendo una estructura compleja de conflicto. Ciertamente en los años sesenta, las guerrillas surgen porque hay una situación de exclusión política muy clara: sólo los dos partidos tradicionales eran legítimos; los demás partidos fueron declarados ilegales, como fue el caso del Partido Comunista, que lo fue hasta 1970. Esta situación aunada a la dinámica social y política que generó la Revolución Cubana en todo el continente, fueron sin lugar a dudas un detonante de la lucha armada de las guerrillas comunistas en Colombia. Sin embargo, estas condiciones han ido cambiando, de manera que el conflicto ha ido respondiendo también a otras dinámicas, particularmente la lucha por el control de rentas importantes (petróleo, oro, narcotráfico). Es así como el conflicto armado se va a concentrar no en los territorios más pobres, sino en algunas de las zonas más ricas, donde hay una disputa por quien controla los recursos de esa zona. En ese sentido, es indiscutible que la producción de narcóticos, o mejor dicho, el control de los recursos que genera dicha producción, se ha convertido en un factor importante, aunque también degenerante del conflicto armado en Colombia. Hoy se cruzan razones sociales para la permanencia del conflicto (un problema campesino no resuelto), una disputa por el control de territorios y recursos, pero también la reproducción de los actores armados mismos.
Irenees :
Parece que la violencia en Colombia ha penetrado las relaciones sociales, las instituciones, el imaginario de muchos colombianos; que hay una corriente que utiliza la violencia, otra que se opone a la violencia y otra, quizas más importante, que ha llegado a banalizar la violencia: ¿cómo, en este contexto, construir una cultura de paz y de respeto de la vida de cada persona?
Padre Mauricio García :
Es un reto muy grande! En gran medida nos hemos acostumbrado a la violencia, se ha ido consolidando una cultura en el que el uso a la violencia es normal. Ahora bien, creo que se requiere un esfuerzo de formación y educación muy grande si queremos alcanzar la paz. En otras palabras, considero que se requiere formar una nueva generación, con unos valores distintos, con un marco cultural en el que la violencia no tenga cabida. Ahora bien, yo he ido descubriendo que mucha gente hace esa apuesta en su vida cotidiana, y en momentos especiales ello encuentra expresión en la movilización por la paz, en algunos casos realmente masivas y con un profundo rechazo a la violencia. Hay una apuesta por la vida y una persistencia en construir alternativas, en buscar salidas en muchas comunidades y organizaciones, y esto considero debe ser la materia prima para la construcción de esta cultura de paz. Dicho en otros términos, tenemos que tomar conciencia colectiva del potencial para una cultura de paz que hay en medio de nosotros, para seguir construyendo a partir de ello.
Irenees :
La Iglesia Católica colombiana es un actor de primer órden en la búsqueda de la paz gracias a sus acciones en los campos de la cultura, de la reflexión, de la formación, de la mediación, de la reconciliación: ¿cuáles son las razones que mueven a la Iglesia Católica a trabajar en el campo social y político?
Padre Mauricio García :
Creo que la razón honda que mueve a la Iglesia Católica a trabajar por la paz es la fe en un Dios que nos invita a construir justicia y paz en medio de nosotros. Es muy difícil para un creyente, si realmente lo es, cerrarse a la realidad de las víctimas de la violencia que lo interpelan. Hay que tener “entrañas de misericordia”, como las tuvo Jesús, para sentirse tocado y movido por esta realidad de violencia y, en consecuencia, convocado a construir un mundo donde ello no siga siendo posible. Yo he visto a muchos sacerdotes, religiosos/as, laicos que se comprometen ante la realidad de los desplazados tocando a la puerta de su casa. En la raíz misma de la fe, existe a mi manera de ver la convocatoria a construir “comunidades contraste”, en las que la vida y la justicia sean posibles; por eso, la Iglesia siempre se siente movida a entrar en el campo social y político (aunque hay diferencias a este respecto al interior de la Iglesia…).
Irenees :
Mientras que varios países lationoamericanos escogen gobiernos de centro izquierda o de izquierda, Colombia parece ser una excepción, especialmente en cuanto a sus lazos con Estados Unidos: ¿cuál es, según usted, la posición de Colombia respecto a los otros países latinoamericanos y respecto al resto del mundo?
Padre Mauricio García :
Es necesario distinguir entre la posición del gobierno colombiano y la de la población en general, o al menos, de sectores amplios de ésta. Ciertamente el actual gobierno del presidente Uribe ha concentrado las relaciones internacionales de manera excesiva (y un tanto acrítica) en los Estados Unidos, o mejor dicho, en el gobierno Bush. Y eso lo ha llevado a descuidar un tanto sus relaciones con Europa y, particularmente, con el resto de América Latina. Lo paradójico es que la creciente internacionalización del conflicto armado ha llevado también a la internacionalización de la búsqueda de la paz, como lo hemos visto en los últimos tiempos.
Irenees :
¿Quiénes son los actores principales para la construcción de paz en Colombia?
Padre Mauricio García :
En el trabajo de seguimiento de la movilización por la paz, hemos encontrado que hay actores que juegan un rol importante y sostenido a favor de la paz: las organizaciones por la paz, la Iglesia y el conglomerado de organizaciones sociales. Pero por otro lado, también hay que reconocer el papel importante, ciertamente creciente, de instancias de la administración pública, particularmente de las administraciones municipales y en menor medida de las departamentales. Creo que el futuro de la paz depende de un trabajo de alianza entre organizaciones e instituciones de la sociedad civil y del Estado. Sólo en la medida que se teja nuevas formas de convivencia, nuevas formas de manejo del Estado, nuevas formas de participación social, podremos ir consolidando una dinámica social y política que nos lleve hacia la construcción de una paz duradera.
Irenees :
Es difícil hablar de “el conflicto colombiano”, en singular, es mejor hablar de varios conflictos enredados entre ellos, de un “nudo” de conflictos: ¿cuáles son, según usted, los desafíos prioritarios a los que hay que responder para construir realmente la paz en Colombia? ¿Y cuáles son las perspectivas concretas para ésta paz?
Padre Mauricio García :
Creo que habría tres muy importantes: 1) Resolver algunos problemas de exclusión que subyacen a la dinámica del conflicto, que alimentan su existencia; uno de estos, posiblemente el más significativo es la existencia de un problema campesino no resuelto, es decir, un problema de tenencia de la tierra que ha llevado y sigue llevando a la expulsión fuera de la frontera agrícola al campesinado. 2) Es necesario la construcción de una cultura de paz que alimente la construcción sostenida de un nuevo orden social y político en el que se puedan revertir las exclusiones antes mencionadas. 3) Se requiere un empoderamiento de los actores sociales para que puedan ser agentes de esta dinámica de construcción sostenida de la paz, particularmente de aquellos actores que han sido excluidos de una u otra manera de la vida social.
Irenees :
¿Qué es para usted la Paz?
Padre Mauricio García :
La paz es al mismo tiempo utopía y es tarea. Es utopía en cuanto la construcción de una paz positiva reviste siempre el carácter de algo en lo que siempre hay que crecer y avanzar; siempre hay niveles de violencia física por controlar, y siempre hay avances a nivel de democracia y desarrollo que hay que lograr. Por tanto, la paz es utopía en cuanto su realización plena difícilmente será realizable históricamente. Por eso es por lo que la paz es también tarea, es decir, hay metas alcanzables hacia la paz, metas en las que se puede ganar cada día más. En este sentido, hay una “utopía posible de la paz”, tarea que demanda estrategias que nos permitan lograr reducciones en los niveles de violencia existentes y avances en los procesos de inclusión económica, política, social y cultural. Ahora bien, la paz también es tarea de reconciliación de las personas consigo mismas y con los otros. Sin paz interior difícilmente alguien puede ser constructor de paz social. Solo seres reconciliados consigo mismos/as, pueden hacer de la paz su tarea en la sociedad.