La paz, una construcción simbólica

En el año 2002 el Centro de Investigación y Educación Popular – CINEP de Colombia llevó a cabo una investigación titulada “Internet, guerra y paz”, la cual fue dirigida por Luis Fernando Barón. El equipo de investigación estuvo conformado por : Enrique Rodríguez, Santiago Weisner, Maria Consuelo Martínez, Adriana Bedoya, Fabio Medina, Italia Samudio, Rosario Saavedra, Mónica Valencia y Ruth Vargas; y se centró en el análisis de la producción, mensaje y recepción de los relatos expuestos en las páginas de Internet de seis organizaciones relevantes dentro del conflicto armado : la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, el Ejército Nacional, La asamblea de la Sociedad Civil por la Paz, las Autodefensas Unidas de Colombia, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - FARC y el Ejercito de Liberación Nacional - ELN.

Esta investigación indagó por la recepción de dichos relatos en 34 “navegantes” de Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla, principales ciudades de Colombia, y pretendió comprender la forma como Internet ha sido integrado por varios agentes sociales en un tiempo y lugar determinados durante los procesos de paz y conflicto armado en Colombia.

En los sitios de Internet de las organizaciones investigadas, la paz se presenta como un objetivo deseado, a donde se debe llegar mediante un proceso. Sin embargo, en Colombia los hechos de paz no son evidentes, el relato que estas organizaciones publican a través de Internet no tiene una verosimilitud para los receptores. Para los tres campos de estudio (producción, mensaje y recepción) la consecución de la paz es un trabajo y una responsabilidad de todos y, al mismo tiempo de nadie. Así, los aconteceres del conflicto no permiten la creación de otros referentes por los que se pueda formular un proyecto de paz. Esta se transforma, entonces, en un relato que sustenta el discurso de la guerra.

La ruptura del proceso de paz, entre el gobierno y las FARC-EP, significo una transición entre la paz que se terminaba y el comienzo de una guerra total y frontal entre estos dos actores, lo que generó cierta incertidumbre y desconfianza entre quienes estaban involucrados. Ante esto, los entrevistados justifican el inicio de la guerra total, por ser la vía más indicada para conseguir la paz, a pesar de que tanto organizaciones como receptores consideran que en el futuro la guerra se agudizará y se presentará la necesidad de que alguno de los actores se imponga sobre los otros.

En este orden de ideas, las organizaciones y receptores “reclaman narraciones que descubran el sentido de la guerra, que evidencien los objetos y asuntos en disputa, que muestren sus desarrollos y transformaciones históricas y que definan con claridad las características de sus agentes: sus posiciones, su evolución histórica, sus propuestas y proyectos, su ser y quehacer”. De esta manera, la sociedad estará en capacidad de permitir a los protagonistas del conflicto y a la comunidad internacional definir sus posiciones y decisiones frente a la confrontación y a la manera de solucionarlo.

El escenario que propone los medios de comunicación es un espacio de confrontación y una extensión simbólica de la guerra. Es en este lugar donde se conforman sus lógicas, relatos y representaciones. En la medida en que se haga parte de ese espacio, es posible formar la identidad y la subjetividad, diferenciarse de los otros actores y hacer públicas sus causas y sus proyectos. Por su parte, los receptores, ven en el escenario mediático “una posibilidad privilegiada para reconocer el mundo social, su configuración y complejidad; de donde extraen nociones de realidad e insumos para decidir y actuar en ella”.

Para los receptores, el discurso informativo, además de estar inmiscuido en el juego de la guerra, también se encarga de difundir sus mentiras. La inmediatez de las coyunturas, tan recurrente dentro de los medios, conlleva a que estos resulten manipulados por los actores armados. Así mismo, los medios reproducen la imagen de víctima en que se ha enmarcado a la sociedad, y trabajan en concordancia con intereses políticos y económicos.

La situación conflictiva que es el eje fundamental de la sociedad colombiana, “no favorece la creación de canales ni de formas efectivas de participación pública, como tampoco la discusión de asuntos políticos, sociales y culturales. Esta carencia configura a los medios de comunicación como espacios con capacidad vinculante entre agentes y como lugar de participación ciudadana en la coyuntura”.

El uso de Internet como herramienta de las organizaciones que son actores del conflicto, hace evidente la magnitud de la guerra colombiana y sus efectos. La presencia de la guerra en el escenario del Internet confirma su importancia y capacidad para copar lugares y tiempos de la vida social.

Bajo este contexto, la paz es vista como un relato desprendido de la guerra, puesto que no es capaz de distinguir sus significaciones y prácticas de la confrontación armada. La guerra es el tema principal de la historia de los actores, y es por esta razón que es un lugar en el que se están construyendo modos de entender democracia y ciudadanía. De esta forma se hace evidente la ampliación de la esfera pública, que se expresa mediante una mayor participación en los medios de comunicación.

Commentario

Se puede decir que el Internet es escenario donde los actores del conflicto colombiano desarrollan batallas simbólicas y discursivas, políticas y no armadas. El uso de esta herramienta hace más profunda y extensa la guerra y también hace más amplio el espacio público de la misma. El hecho de ingresar a Internet ha hecho que las organizaciones que se caracterizan como actores del conflicto, construyan las identidades idóneas para nuevo escenario y también a que elaboren discursos coherentes con sus acciones públicas. En este orden de ideas, ese discurso que predomina en Internet, para referirse al conflicto armado, se encuentra perneado por la dramatización que es consecuencia de la victimización.