Fernando Augusto Sarmiento Santander, Colombia, November 2007
Retos actuales y a futuro de los procesos de Asambleas Constituyentes en Colombia
Las dinámicas de poder en los escenarios territoriales de conflicto social y político.
Las Asambleas constituyentes surgen como una respuesta desde los sectores sociales a la crisis de legitimidad de las instituciones de gobierno y a la crisis social y humanitaria que se vive de forma diferenciada en las regiones de Colombia. Los problemas de gobernabilidad se derivan de las prácticas políticas tradicionales, sostenidas y replicadas en el seno de los viejos y los nuevos partidos políticos. Las deficiencias en la calidad de vida de las poblaciones, motivo de largas luchas sociales en el país, guardan en gran medida una fuerte relación con la crisis de las instituciones, que no logran (y parece no interesarles) dar respuesta efectiva a la demanda social. El cuadro se complementa con los problemas de inseguridad que viven personas y comunidades enteras, especialmente en aquellas regiones que presentan mayor confrontación y accionar de grupos armados, dinámica en la que la peor parte la ha llevado la población civil.
De estas situaciones, y considerando a las Asambleas en sí mismas como procesos sociales, establecimos cuatro escenarios en los que estas iniciativas ciudadanas se enfrentan al reto de superar las distintas formas del conflicto y la puja por el poder en sus propios territorios. Estos escenarios, que desarrollaremos a continuación, son: las Asambleas como procesos organizativos, el conflicto armado interno, el debate en torno a la institucionalidad pública y la gobernabilidad y, finalmente, las deficiencias en la calidad de vida.
Presentaremos de forma breve y esquemática los retos para las Asambleas en cada uno de ellos:
I. La organización interna
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Dados los conflictos al interior de las Asambleas entre líderes y sectores sociales, es importante abrir los debates sobre posiciones y opciones políticas y programáticas a fin de aclarar el ser y quehacer frente a la opinión pública.
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En este mismo sentido, y en aras de la autonomía, es necesario que las Asambleas definan el tipo de relación con los partidos políticos y con la élite política, hagan éstos parte o no del gobierno en turno.
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Con el fin de ganar legitimidad política frente a la sociedad en general y frente a otros sectores de poder, es importante para las Asambleas darse a la tarea de ampliar sus bases sociales, trabajando más abierta e incluyentemente con las comunidades, los sectores sociales y las organizaciones.
II. El conflicto armado
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Un reto inmediato, y tal vez uno de los más difíciles en el marco de la guerra, es buscar mecanismos alternos que ofrezcan seguridad efectiva tanto a los líderes sociales y políticos como a las comunidades. Uno de estos posibles mecanismos se puede dar ganando un mayor respaldo social de conjunto frente a la presencia y constantes amenazas de los actores armados.
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Tanto para las Asambleas como para otras organizaciones que trabajan por la paz, es necesario establecer, cada vez con más claridad, opciones y posiciones políticas, tanto en la práctica como en los discursos, frente a los actores armados y frente a otras posiciones que promueven posiciones sectarias y salidas violentas a los conflictos. En este sentido, se trataría de trabajar en la línea de la no-violencia como opción y posición de las Asambleas.
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En esta última etapa del conflicto en Colombia los actores de la guerra han diversificado sus estrategias para sostener o alcanzar el control hegemónico de los territorios. Las guerrillas de izquierda han mantenido lo que denominan “la combinación de todas las formas de lucha”, en donde se ejerce control mediante el uso de la armas y la acción de formación y organización política para la ampliación de sus bases sociales de forma simultánea. Los paramilitares de derecha han hecho lo suyo, y tras su proceso de expansión en la década de los años 90 entran a ejercer control político y social de las regiones, amparados en los procesos de desmovilización adelantados por el actual presidente Alvaro Uribe Vélez. En este panorama, las Asambleas tienen el gran reto de conocer plenamente sus contextos para no caer en el juego de los actores armados, más cuando la guerra ha penetrado el campo de la política y la gobernabilidad, haciendo más complejo y peligroso el ejercicio ciudadano del poder.
III. La institucionalidad pública y la gobernabilidad
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En aras de ganar una mayor incidencia en el diseño y ejecución de política públicas, las Asambleas tienen el reto de afianzar las relaciones con la institucionalidad en los ámbitos municipales y departamentales a fin de promover y establecer con los mandatarios en turno pactos de gobernabilidad y de veeduría o seguimiento a procesos de gobierno. El reto es además sostener en el largo plazo este tipo de acuerdos.
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Frente al gran reto de construcción del Estado y de cualificar el ejercicio ciudadano del poder, las Asambleas se enfrentan al desafío de configurar la soberanía popular desde sus espacios, como asamblea del pueblo, como poder soberano, en su función de constante reconfiguración de los poderes constituidos, que se concretan en instituciones y formas de gobierno. De aquí el reto de incidir con criterio democrático, como pueblo soberano, en los ejercicios concretos de gobierno en sus municipios y regiones. Es parte del proceso de largo plazo el reto de elevar los niveles de incidencia de las Asambleas a las instancias de gobierno nacional y en ello de ir configurando la gran Asamblea Nacional Constituyente.
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En un sentido más inmediato, y dada la crisis de legitimidad de las instituciones que motiva el surgimiento de estas iniciativas ciudadanas, las Asambleas se encuentran en el deber social y político de abrir el debate en torno a la gobernabilidad, el poder, la reforma institucional, y hacerlo tanto con los líderes políticos, los mandatarios y otros sectores de poder como con las bases y sectores sociales.
IV. Deficiencias en la calidad de vida
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Las Asambleas se enfrentan en sus contextos territoriales específicos al reto de elevar sus demandas para el mejoramiento de las condiciones de vida a propuestas más integrales en la lógica de procesos de desarrollo regional, en lo que se contemplan los requerimientos sociales en el corto, mediano y largo plazo.
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En este mismo sentido, las Asambleas tiene la función social y política de aportar a la integración territorial, en todas sus dimensiones, y establecer prioridades para la agenda pública. Un mejor conocimiento del territorio, de su gente, sus conflictos, sus potencialidades, es el requerimiento básico para avanzar en la elaboración de las agendas del desarrollo y la paz.
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Al mismo tiempo, es importante que las Asambleas apoyen y busquen a través de sus redes y canales de relación institucional elevar los niveles de incidencia y articulación de estas agendas locales y regionales a instancias de orden departamental y nacional. El reto es construir e incidir en las políticas públicas, partiendo de lo local, en ámbitos de decisión mayor. Este representa a su vez conectar las dinámicas locales con las dinámica sociales, políticas y económicas en lo global.
Conclusión:
Al determinar estos retos de las Asambleas se cae en la cuenta de lo que representan estos espacios de participación ciudadana en los procesos de construcción del Estado-nación. En un primer momento, que exige alientos históricos, se trata de la puesta en práctica de mecanismos para la definición y el fortalecimiento de la democracia en lo local. Este es un nivel posible de incidencia, en el que las comunidades y los líderes sociales tienen la posibilidad de recoger y poner en el espacio de lo público sus necesidades y sus visiones, de incidir efectivamente en las agendas de gobierno e incluso acceder a los cargos públicos a través de la elección popular.
Un segundo momento, que existe en el horizonte futuro de las Asambleas, es recoger estas prácticas locales de la sociedad, poner en acción la red de organizaciones y comunidades que se va creando, para en su momento reformar la constitución política nacional y en ella reformar las instituciones y la cultura política de la ciudadanía, y por tanto la práctica de gobierno.
El gran reto, en este sentido, de las Asambleas, es tener la capacidad de orientar con criterio democrático esta proceso de reconfiguración de lo político y del Estado.