Francisco De Roux, Magdalena Medio, Colombia, décembre 2005
Colombia : conflicto y desarrollo
Todas las personas que están en el PDPMM saben que están metidas en el corazón del conflicto cambiándose a sí mismas y cambiando estructuras para que haya un Magdalena Medio de paz con dignidad y para que haya la Colombia sin exclusiones que todavía no existe
El Programa de Desarrollo y Paz PDPMM y la Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra ACVC se reunieron en Cerro Azul, donde en 1999 el Bloque Central Bolívar secuestró y mató a Edgar Quiroga, Cuco, lider campesino de la Región.
Al encuentro llegaron líderes de proyectos que acompaña el PDPMM y miembros del Programa que tienen diversas responsabilidades en las subregiones. La ACVC invitó a desplazadas, a líderes campesinos, a la Escuela de Derechos Humanos y a miembros de la Unión Sindical Obrera.
La reunión sobre “Conflicto y Desarrollo”, fue el primer encuentro sobre puntos en discusión entre el PDPMM y la ACVC, dentro del acuerdo de trabajar juntos por la paz con dignidad y justicia, al lado de las comunidades del Magdalena Medio. Acuerdo que tuvo lugar el mes de octubre después que la ACVC había puesto en la WEB un documento crítico del PDPMM, donde se coloca al Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio y al Laboratorio de Paz como parte de la política de contrainsurgencia, paramilitarismo y Plan Colombia.
Señalamiento que el PDPMM no acepta. Porque el PDPMM siempre se ha separado del Plan Colombia, nunca ha aceptado la salida militar al conflicto y siempre ha propiciado la solución política y negociada; y porque el PDPMM siempre se ha opuesto al paramilitarismo y ha denunciado y confrontado toda complicidad entre las instituciones y los funcionarios del Estado y el aparato paramilitar.
El Bloque Central Bolívar y el Bloque Magdalena Medio de las AUC han encontrado en el PDPMM una oposición pública e institucional directa y abierta. 19 personas del PDPMM han sido asesinadas por el paramilitarismo por esta oposición pacífica y activa. Por eso el PDPMM consideró injusta, falsa y peligrosa para sus miembros la posición de la ACVC. Y considera inconsistente la posición de la ACVC: porque el Programa y la Asociación han trabajado juntos desde 1998 compartiendo riesgos. Los proyectos productivos más importantes de la ACVC se han ejecutado con recursos canalizados por el PDPMM que además ha contribuido seriamente al fortalecimiento de la Asociación. El PDPMM es Parte Civil en la defensa jurídica de los miembros de la Asociación y el PDPMM ha planteado en la defensa que los líderes de la Asociación son perseguidos por posiciones políticas legítimas, por su trabajo con las comunidades, y por canalizar recursos de la cooperación internacional; y el PDPMM ha defendido la iniciativa de la Zona de Reserva Campesina propuesta por la ACVC. En este contexto tuvo lugar la reunión de Cerro Azul.
Entre los elementos presentados por el PDPMM a la discusión cabe resaltar los siguientes:
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El aporte del PDPMM a la Región se inscribe dentro de la historia de los movimientos sociales del Magdalena Medio.
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El PDPMM ha generado resultados educativos, económicos, políticos, culturales, y de derechos humanos integrales; ha sido objeto de apoyos, solidaridades, publicaciones a favor, y de ataques políticos e ideológicos, de agresiones armadas, señalamientos y críticas.
Desde el principio los participantes sabíamos que iba a ser así. La decisión que puso en marcha el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio fue hacer desarrollo humano y justo en medio del conflicto, para probar que había un camino para la paz con dignidad en medio de la contradicción y la confrontación.
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El PDPMM asume el conflicto como la realidad misma de Colombia.
Ese conflicto es la manifestación de un problema profundo no resuelto. Somos parte del problema por lo que hacemos y por lo que dejamos de hacer. La lucha es por la solución estructural y por la solución ética y exige cambio de las estructuras y cambios de los sujetos.
Cada proyecto que el PDPMM emprende hay que entenderlo dentro de una perspectiva global en construcción. Es una respuesta parcial al problema. No es la respuesta. Y la respuesta total no puede darse de una sola vez. La respuesta total hay que ir construyéndola paso a paso.
El PDPMM no está en el Magdalena Medio sembrando yuca, ni sembrando cacao, ni sembrando caucho o palma en fincas campesinas, tampoco está haciendo puestos de salud, ni carreteras terciarias.
Todas las personas que están en el PDPMM saben que están metidas en el corazón del conflicto cambiándose a sí mismas y cambiando estructuras para que haya un Magdalena Medio de paz con dignidad y para que haya la Colombia sin exclusiones que todavía no existe. Los proyectos son un instrumento.
El PDPMM tiene a la vista la construcción de toda la Región del Magdalena Medio como fue concebida por sus propios pobladores en el mapa que dentro de este proceso de estableció en 1996.
La visión regional y la visión de largo plazo en un contexto de conflicto se basan en el análisis que hace el PDPMM de la complejidad del problema colombiano, donde los hechos que se produjeron en un sitio y en un tiempo tienen repercusiones y efectos en otros tiempos y en otros sitios. La masacre de Barrancabermeja de 1998 produjo desplazamientos en el sur de Bolívar en el 2002, y las presiones sobre el campesinado de la cuenca del Cimitarra en el año 2005 son el resultado de decisiones y hechos ocurridos en Puerto Berrío y en San Blas hace tres o cinco años; y la siembra de coca paramilitar en la cordillera de los Yariguíez en este año está conectada con determinaciones sobre la coca del sur de Bolívar tomadas en el año 2004. Por eso la necesidad de tomar el más amplio campo de causas y efectos en un espacio suficientemente grande y en un tiempo que abarque los procesos.
Al mismo tiempo, la perspectiva del PDPMM tiene a la vista la construcción de Colombia, país de regiones, que está para ser forjado colectivamente en justicia y paz con dignidad, desde las particularidades económicas, políticas y culturales de Putumayo y Caquetá, Chocó y La Macarena, Catatumbo y el Nordeste Antioqueño, el Magdalena Medio y la Guajira. Por eso el debate sobre cada proyecto es un debate sobre la región. Cada proyecto tiene que ser consistente con la construcción de la Región, con la solución del problema en la Región. Y hay un debate nacional. La política nacional de paz, de tierras, de crédito, de infraestructura, de seguridad, de salud o de alimentos tiene que ser consistente con lo que buscamos a nivel de las regiones. Además , la política internacional por la que Colombia se inscribe dentro del mercado mundial tienen que ser coherente con lo que tratamos de hacer y resolver en la región y en los proyectos. De lo contrario no es posible avanzar. Por eso el Programa del Magdalena Medio se ubica dentro de los programas del Foro Social Mundial, que luchan convencidos de que otro mundo es posible.
Una de las críticas al Programa es la de trabajar en el Magdalena Medio, una región donde hay paramilitares.
El PDPMM está aquí porque aquí está uno de los ejes más hondos del problema colombiano y de la confrontación entre la guerrilla, los paramilitares y el Estado.
Uno de los lugares donde el problema no resuelto, agravado, profundizado, se ha expresado en los conflictos mas severos y más inhumanos. Se trata precisamente de estar aquí. En este territorio donde se ha vivido el desplazamiento y la persecución a los líderes, las masacres y las tomas de pueblos. Y donde la sociedad civil ha luchado con grandeza para preservar la autonomía y la soberanía y no abandonar la hegemonía ni ceder en la dignidad.
Esta sensibilidad al conflicto hace que los proyectos del PDPMM hoy en día, cuando estamos ejecutando los recursos del Laboratorio de Paz de la Unión Europea, sean por ejemplo,
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el acompañamiento a las redes de jóvenes y de mujeres de los treinta municipios,
articuladas con los núcleos de pobladores, para empujar en cada lugar propuestas que lleven a terminar las dinámicas perversas que generan la exclusión y la muerte: allí se identifican las acciones significativas que el PDPMM apoya para transformar el conflicto.
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El soporte a la Defensoría del Pueblo
para tener en cada uno de los puntos álgidos del Magdalena Medio una mujer abogada que se juega por los derechos de la gente.
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El apoyo a CREDHOS
y a las organizaciones locales de derechos humanos.
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El compromiso con la UNIPAZ
para crear una universidad nueva comprometida con este ideal de región de integralidad en los derechos.
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El impulso a la red de mujeres contra la guerra y a la formación de liderezas regionales de la OFP
que hoy se extiende sobre Barrancabermeja, Yondó, Cantagallo, Wilches, Micoahumado, la cordillera de los Yariguíez y Vélez.
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El soporte a la Red de Emisoras comunitarias del Magdalena Medio y a la red de trabajadores de la cultura
para empujar un imaginario colectivo de Región, construida por la gente en sus diferencias subregionales, pero unida en una totalidad desde donde se ve la zona de reserva campesina del Valle del Río Cimitarra como una iniciativa fuerte e inspiradora que es indispensable en el Magdalena Medio, pero que no es la única, porque también hay otras inspiraciones populares y ciudadanas en este territorio, igualmente con campesinos organizados, valientes, que no entregan la iniciativa, en la zona minera de la cordillera de San Lucas, en la zona de reserva campesina de Morales y Arenal, en Tiquisio, en la India, en el Borrascoso Opón, en la cordillera de los Yariguíez, en Betulia, en la cordillera del Perijá, en la Ciénaga del Opón, en Bolívar Santander y en las comunas populares de Barrancabermeja declaradas territorios de no violencia, para nombrar solo unas pocas expresiones de la gente de aquí.
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Igualmente el PDPMM en estos años ha apoyado los proyectos de búfalos, trapiches y cooperativas alimentarias que son iniciativas de la ACVC.
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Ha impulsado y ayudado a consolidar en toda la Región más de dos mil fincas campesinas de cacao,
250 fincas campesinas de microhatos, 650 fincas de frutas tropicales, 350 fincas campesinas de fríjol, 450 fincas campesinas de palma, 200 fincas campesinas de caucho y silvicultura.
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Ha contribuido con las comunidades a abrir y mejorar vías terciarias en las 7 subregiones del Magdalena Medio,
la última de ellas se acaba de firmar con el gobierno del Japón para la zona de reserva del Cimitarra.
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Ha impulsado con Merquemos Juntos 130 empresas familiares populares, y acompañado en la Comuna 7 la Ciudad Educativa
que no permitió el posicionamiento paramilitar en esta comuna que era la más apetecida del Bloque Central Bolívar y que tiene hoy el eje educativo popular más grande de la ciudad con 3500 alumnos y un territorio de 190 hectáreas donde los jóvenes se preparan para el desarrollo agrícola y agroindustrial del Magdalena Medio centrado en la calidad de la vida de la gente de aquí. Justamente en vísperas de navidad se graduaron los primero 58 bachilleres técnicos agropecuarios de Ciudadela.
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Ha acompañado la puesta en marcha de procesos industriales controlados por los trabajadores
como Contrasalva, que transformó a chircaleros explotados en cooperativistas capacitados que controlan la fábrica de ladrillos y arcillas más importante del valle grande del Magdalena; y como Cepim, la secadora de maderas, que produce maderas secas, cortadas industrialmente, de alta calidad, para los ebanistas organizados de Barrancabermeja y que está articulada con la recuperación del bosque el Carare Opón y se espera se pueda articular con el uso sostenible del bosque de las montañas del Cimitarra. Y como varias empresas alimentarias de Barrancabermeja, Aguachica, San Vicente de Chucurí. Y como la producción de lácteos en San Pablo y Simití.
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El PDPMM, con el Laboratorio de Paz, ha hecho un conjunto de obras de infraestructura,
definidas en convocatorias ciudadanas en las que no se permitió la participación paramilitar, a pesar de que los paramilitares atacaron las instalaciones del PDPMM, y donde la ejecución de las obras y la interventoría estuvo a manos del PDPMM para evitar desviación de recursos porque estos proyectos tenía un 20 % de contrapartida municipal.
Gracias a esto, y a partir de decisiones tomadas por las comunidades, se hicieron puestos de salud, escuelas, salones comunales, hospitales, ancianatos, comedores escolares, dotación de computadores a centros educativos rurales, acueductos veredales, y los acueductos de agua potable de Gamarra y Yondó. Más de un alcalde trató de utilizar estas obras para hacerse campaña. Eso no extraña porque así es la codicia y el oportunismo de los políticos. Pero la gente sabe por qué se hicieron esas obras, y quién las hizo y por qué cada una de ellas es un monumento contra la guerra.
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Para proteger la salud, particularmente de la mujer y defender los derechos de la mujer joven y de la madre y el niño recién nacido,
el Programa ha enseñado en toda la región que, en el cuerpo humano y en la madurez de las relaciones afectivas y sexuales, de cada hombre con cada mujer, desde la juventud, se tiene el primer espacio donde hombres y mujeres construyen los derechos integrales y hacen valer el principio de “primero la vida”. Se ha desarrollado una pedagogía para exigir ante el estado los derechos a la salud y a la alimentación, y se han dotado todos los hospitales del Magdalena Medio de los instrumentos para cuidar de la salud perinatal.
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Se ha acompañado al creación de escuelas básicas campesinas en 7 municipios, donde los niños y las niñas aprenden al mismo tiempo a manejar el campo y a afirmar la integralidad de los derechos humanos, aprenden que son ciudadanos de un Estado en el que la soberanía está en el pueblo, y que no son súbditos, porque los súbditos existen cuando hay reyes, y amos o dictadores, y aquí hay un pueblo de ciudadanos y ciudadanas que da mandato a los alcaldes y presidentes.
El PDPMM no busca acrecentar las contradicciones para exacerbar el conflicto, busca el conflicto para entrarle al problema, y para solucionarlo o ponerlo en un camino de solución, no importan los riesgos.
El PDPMM y el Laboratorio de Paz no centran el esfuerzo en los actores armados sino en la sociedad civil, en sus iniciativas y proyectos, en medio del conflicto. Y se centran en las víctimas, para que las víctimas sean los primeros protagonistas de la paz, porque el conflicto armado en Colombia no tiene solución en los que portan las armas desde el Estado o desde la insurgencia, y no va a terminar en una carpa de acuerdos político- militares entre las FARC o la cúpula del ELN y el Estado Colombiano. Esos acuerdos políticos son necesarios. Pero el camino para ir encarando el problema hay que emprenderlo desde ahora. Con los campesinos y los trabajadores, y los pobladores organizados, y los luchadores por la paz que tengan el coraje y la determinación de ir convocando a la construcción colectiva de una la alternativa de dignidad humana en derechos y deberes, sin que nadie sea excluido, sin tener que matar ni extorsionar a nadie.
La controversia en torno al PDPMM ha sido dura. 22 personas vinculadas a los proyectos y núcleos de pobladores, compañeros y compañeras de camino han sido asesinadas. 19 por los paramilitares. 3 por las FARC.
El PDPMM no es el desarrollo del Magdalena Medio. No se le puede cargar al Programa la responsabilidad de este desarrollo. El Programa no tiene, ni pretende tener, el poder político que se requeriría para conducir el desarrollo sociopolítico y económico de la Región. Tampoco tiene los recursos económicos para hacerlo.
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Desde el punto de vista político
el PDPMM no ha buscado apoderarse de las alcaldías ni de las gobernaciones y convertirse en una alternativa de poder. Puede que en el futuro los participantes en el Programa de Desarrollo Paz configuren con muchos otros de la Región una alternativa política. Eso lo decidirá la gente. Pero hoy por hoy, y en su inspiración original, el PDPMM se ha situado antes del debate por el poder. En la antesala de la legítima confrontación política. En la construcción de los cimientos de la casa pública, donde todos y todas puedan jugar en libertad el juego abierto de la política y el debate ideológico. Esto todavía no existe en la Colombia de la coerción. El PDPMM busca al lado de otros crear en el Magdalena Medio y en Colombia las condiciones de posibilidad para que la política del pueblo soberano sea posible.
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Desde el punto de vista económico
el PDPMM no es la instancia que va a determinar el curso de la economía de la región. No lo puede hacer. El PDPMM muestra un camino. Un camino que se concreta en un conjunto interconectado de proyectos articulados en una visión estratégica coherente siempre en construcción. Un camino que discute con hechos, no con teoría. Pero, en este mostrar del camino, la contribución del PDPMM es modesta: ha manejado en diez años 40 millones de dólares (menos de los que cuestan 4 helicópteros Black Hock del Plan Colombia) para 30 municipios, un promedio 133 mil dólares por municipio por año, cuando solamente el municipio de Barrancabermeja tiene 100 millones de dólares de presupuesto para el año 2006; cuando el pago salarial de ECOPETROL en un año en la Región es del orden de 18 millones de dólares y el valor agregado producido por el petróleo en la región en estos diez años supera los 20 mil millones de dólares.
Por otra parte los recursos que tiene el PDPMM han sido el resultado de un esfuerzo inmenso. Nada se le ha regalado. Los críticos del PDPMM piensan que los recursos que tiene el Programa son donaciones del Estado colombiano o de la cooperación internacional, para que el PDPMM haga con esos recursos lo que quiera en la Región. Piensan que el Programa logró venderse para ser socio del gobierno colombiano o de Europa o el Banco Mundial. Nada de eso es cierto. La iniciativa y la lucha por obtener estos recursos ha nacido desde las comunidades que acompaña el PDPMM y ha sido llevada por un grupo de personas que se ha ido capacitando para que recursos, que de otra manera nunca hubieran llegado bajo condiciones de control ciudadano, se pongan en el corazón del conflicto en la región, al lado de las víctimas, y en proyectos eficaces para construir soluciones desde las organizaciones de la gente.
El desarrollo que buscamos es toda la gente del Magdalena Medio, las mujeres y los hombres de aquí, presentes y futuros, empezando por los que tradicionalmente han sido excluidos, expropiados, dejados por fuera.
Porque la situación de ellos y de ellas no es el resultado del azar sino el resultado de una organización inhumana e injusta de la sociedad.
Y hay que empezar por ellos y ellas – por los que más han sido victimizados por el conflicto - para asegurarnos de que nadie va a quedar por fuera en la construcción de esta región.