Angélica Ordonez, Quito, Ecuador, April 2004
Compartir principios éticos comunes e instaurar justicia social, dos grandes desafios para construir paz en Ecuador
A Ecuador se le decía “la Isla de Paz”, creo que ya está perdiendo su nombre, pero por mucho tiempo se lo consideró un país pacifico entre países de conflictos sociales como Perú, Colombia, entre otros. Siempre se ha hablado a nivel de los medios de comunicación de que, por ejemplo, durante los levantamientos que hubo no ha habido muertos, la violencia no se dió nunca. Recuerdo que hubo un muerto por accidente pero no hubo una represión sangrienta como por ejemplo en Argentina en 2001, cuando paso lo de De la Rua que hubo muertos, que se le disparaba a quema ropa a la gente. Eso no ocurrió en Ecuador. Siempre nos jactamos de decir “aunque sea con corrupción, con acuerdos por debajo de la mesa, pero aqui no se muere, no se mata la gente”. Creo que las cosas han ido cambiando.
El gran desafío es lograr vivir en una sociedad igualitaria y para eso hay dos factores importantísimos: el étnico y el político-económico. Creo que las fuerzas regionales que están gobernadas por élites bien claras, establecidas, quieren mantener una desigualdad social. Es un país que tiene corporaciones, grupos pequeños que luchan por su cuota de poder y por ésto no se puede velar por una sociedad más extensa con más derechos. El problema es que, por un lado, estos grupos-élites, con pocos valores, sin ética, son grupos que siempre van a llevar el agua para su molino. No hay una visión de sacrificio, de poner el hombro, ni siquiera una visión de decir “porque existan consumidores, paguémosles mejor, dejémos de explotar tanto, dejémos de tener tantas injusticias”. Es una visión tan cortoplacista, tan reducida a su propio círculo que si esas élites siguen gobernando, creo que no vamos para ninguna parte.
Eso, por otro lado, provoca una desigualdad económica fuertísima, difícil de erradicar pero también una desigualdad de derechos políticos, que se siente y que la gente esta harta de vivir, que se conjuga a la vez con la parte de la discriminación étnica, flagrante en el Ecuador. No vemos a las etnias, tanto indígenas como a afroecuatorianos, como a mestizos, como a gente pobre, no los vemos como iguales, no se los ve con igualdad de derechos. Seguimos teniendo una visión de privilegiar lo blanco, lo extranjero, lo que no es nuestro. Mientras no haya una educación que pueda educar a las élites, para fomentar principios, valores, una ética de vida en la gente, mientras no haya una educación que pueda promover las diversas culturas que existen en el Ecuador como válidas, como importantes para nosotros, no creo que pueda haber paz.
Ecuador no es un país violento. Hay mucha violencia de tipo criminal, de mafias organizadas, por ejemplo de robo de autos, esa violencia sí existe, pero no hay una violencia social, no hay una guerra civil, y para que no exista creo que debe haber un consenso, un dialogo nacional real. No como los diálogos nacionales, las Asambleas constituyentes que hemos tenido en los que los grupos políticos siguen manteniendo su visión; la participación de mujeres, de indígenas, de minorías sigue siendo mínima; no se toman los temas de fondo. Debería haber como una radicalidad en las propuestas, en la negociación, un debate profundo que pueda darle a cada persona su puesto en la sociedad ecuatoriana.