Fernando Augusto Sarmiento Santander, Colombia, octobre 2007
Gobierno y Gobernabilidad en los procesos de las Asambleas Constituyentes en Colombia
La soberanía popular en la tensión entre la representación y la participación en los procesos de construcción local de la democracia.
Un gran conjunto de las Asambleas constituyentes en Colombia ha surgido como respuesta a la crisis de legitimidad de las instituciones públicas, tanto a nivel local como nacional, dado que éstas no garantizan ni representan los anhelos populares de democracia y justicia social. Este es a su vez el escenario de poder en el que cotidianamente se mueven estas iniciativas ciudadanas.
Tal crisis se evidencia en parte con prácticas políticas negativas como la corrupción, la politiquería, el monopolio del poder y la permanencia en él de los partidos tradicionales. Que las Asambleas hayan surgido para enfrentar estas dificultades ha significado el surgimiento de tensiones en las relaciones con los distintos actores políticos que se encuentran en juego en este escenario. La tarea de enfrentar tal crisis de legitimidad no ha sido una tarea fácil para las iniciativas ciudadanas, pues justamente las relaciones se tensan cuando éstas tocan el poder de las élites políticas o las instancias de gobierno, principalmente las Administraciones municipales o departamentales y los Concejos municipales.
En algunos momentos ha sido posible que las Asambleas participen en la discusión y elaboración de políticas, como el presupuesto participativo, los planes de gobierno o el ejercicio de rendición de cuentas, pero cuando éstas entran a proponer alternativas de transformación del Estado y la gobernabilidad local o regional, se ponen en evidencia el distanciamiento y rechazo a las Asambleas por parte de las instituciones de gobierno o las élites políticas.
En muchos casos las instituciones han visto en las Asambleas una amenaza a sus poderes establecidos o afianzados durante muchos años; se considera a las Asambleas una forma de contrapoder al cual se quiere contener, cuando no dominar o manipular. Un ejemplo de esta fuerza que representan las Asambleas frente a los políticos tradicionales y las instituciones se da con la posibilidad que en gran parte tiene la ciudadanía para movilizar a los sectores y organizaciones sociales. Es el caso particular en el departamento de Nariño (sur del país), cuando las élites vieron en la Asamblea un nuevo movimiento político que podría contrarrestarles la fuerza que tradicionalmente ellos han tenido, ante lo cual impidieron en su momento que la iniciativa llevara a cabo la movilización de los sectores sociales en el departamento (1).
Situaciones como estas expresan a su vez el tipo de democracia que se ejerce; una democracia de corte representativo, más que participativo. Este aspecto preocupa a las Asambleas especialmente en los ámbitos locales (municipales), donde habría mayor posibilidad, más que en lo nacional, de abrir espacios de participación ciudadana.
Pero esta forma de la democracia, además de responder a las prácticas tradicionales de las élites, se sostiene también a causa de la cultura política de la ciudadanía en general. Situaciones como la falta de interés por los asuntos políticos y de gobierno por parte de sectores sociales, la apatía frente a la participación, el juego del gamonalismo y el proselitismo que la misma población alimenta, evidencian parte de la falta de formación política. Ello mismo es un factor de reproducción de las prácticas políticas tradicionales. Frente a esta situación las Asambleas se han visto movidas a ejercer una función educativa y transformadora.
Pero este ejercicio se hace más complejo cuando las estructuras y las dinámicas internas organizativas replican esas formas tradicionales de la política y la democracia. Los sectores sociales, los líderes, las organizaciones y las instituciones que llegan a las Asambleas reproducen la pugna por el poder al interior de los procesos organizativos. Así, frente a la ausencia de espacios de participación, las Asambleas se enfrentan a un tipo de relaciones en las que se obstaculiza la inserción de la comunidad en la dinámica de intervención política en los espacios públicos. Pero esto se debe a su vez a que no se han podido superar los imaginarios que tiene la población frente a lo político y a las instituciones que los representan. Las relaciones de poder son un reflejo de los esquemas que los ciudadanos reproducen en las relaciones entre sí mismos y en las estructuras de sus propias organizaciones.
Muchos de los líderes e integrantes de las Asambleas ven en estos espacios una posibilidad para tramitar sus intereses individuales, afectando la puesta en marcha de un proyecto conjunto que responda a las necesidades de quienes participan. Eso significa en últimas que estos líderes aún no tienen conciencia de su responsabilidad política y ciudadana en espacios como las Asambleas, especialmente cuando reproducen el juego del clientelismo entre las comunidades y las instancias de poder. Juego que es alentado por las comunidades al delegarles a estos líderes el poder y la representación.
En otras palabras, las Asambleas, en su intento por transformar la democracia excluyente y las prácticas de poder y de gobierno tradicionales, deben enfrentarse al mismo tiempo a superar en su interior una cultura política que impone y replica eso mismo que se quiere transformar en el espacio de lo público. En muchos de las Asambleas se hace visible la pugna por defender los intereses de los grupos políticos que manejan el poder desde las instituciones, quienes se han empeñado en mantener las estructuras sociales, políticas y económicas sobre las que se ha establecido una relación aislada con la sociedad civil. Esto ha coartado la participación ciudadana y ha dado como resultado un desconocimiento, por parte de los círculos políticos, de estos espacios alternos a las estructuras tradicionales, poniendo a las Asambleas en la mira de la cooptación política y la infiltración de intereses particulares. En esta medida no ha sido posible para las Asambleas llevar a cabo las transformaciones deseadas en las prácticas de la democracia y el poder. Éste es un fenómeno, como se ha visto, derivado también del “analfabetismo político”, porque la gente desconoce sus derechos fundamentales:
“Inicialmente nosotros, por ejemplo, preguntábamos a la gente: Ustedes saben qué es la Constitución o han oído hablar de la Constitución Política colombiana?, o, respecto a los órganos de expresión del poder público, saben qué función cumplen ellos?. O sea, el analfabetismo político es una constante y en esas condiciones este trabajo es muy difícil.” (2)
Conclusion:
Esta dinámica de las Asambleas constituyentes debe ser leído en el marco más amplio del proceso de construcción del Estado. En ello cobran relevancia las tensiones en las relaciones, en el juego del poder, tanto en lo local como en lo regional, que son los ámbitos territoriales de mayor incidencia de estas iniciativas ciudadanas; se trata de una relevancia política y social en cuanto esas tensiones se insertan en el centro del juego de la democracia, que en las prácticas concretas, crean a su vez tensión entre la representación y la participación política, como expresiones de la pugna de las élites y las bases sociales.
La construcción de una visión social de cambio, como es del interés de las Asambleas, requiere la concientización ciudadana, acompañada del fortalecimiento organizativo de los procesos; esto es lo que le permitiría a las Asambleas construir un proyecto político y una propuesta de transformación del Estado que logre una ruptura con las visiones dominantes del poder.
Las relaciones tanto internas como externas de las Asambleas reflejan la persistencia de modelos en los que se reproduce esa lógica de poder, que es la misma que se replica en las diferentes estructuras organizativas de estas iniciativas. Así, se ve como persisten las tensiones de las Asambleas con Alcaldías, Gobernaciones y Concejos Municipales. Esto reflejan el duro camino que tienen que transitar los procesos para lograr las transformaciones deseadas, más cuando en sí mismas se reproducen lógicas de poder que alejan posibilidades de consenso de intereses para la búsqueda de una articulación social y política.
Notes
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(1) : Cortés, S. (2007, 13 de marzo). Asamblea Departamental Constituyente de Nariño. Entrevistado en Pasto por el Equipo de investigaciones para la Paz, Cinep.
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(2) : Álvarez, M.(2007,4 de marzo). Malocas Protegidas del Sur de Cesar. Entrevistado en Tarso por el Equipo de Investigaciones para la Paz, Cinep.