Camilo Andrés Tamayo Gomez, Bogota, September 2005
Cobertura informativa de las negociaciones de paz entre las FARC y el gobierno del presidente colombiano Andrés Pastrana
A partir del análisis de la cobertura informativa de las negociaciones de paz entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - FARC - y el Gobierno del presidente colombiano Andrés Pastrana (1998 – 2002) es posible explicar las complejas relaciones que se tejen entre los medios de comunicación y la opinión pública.
Antecedentes y contexto
Uno de los acontecimientos más importantes de la última década en Colombia fue el inicio de una negociación de paz entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - FARC - y el gobierno del presidente colombiano Andrés Pastrana, como resultado de los acercamientos que como precandidato presidencial realizó Pastrana con el líder de este grupo guerrillero Manuel Marulanda Vélez, alias “Tirofijo”.
Estas negociaciones estaban enmarcadas en una situación muy especial para el país ya que se venía de un entorno de poca estabilidad política, debido a los comprobados vínculos del entonces presidente colombiano Ernesto Samper ( 1994 - 1998 ) con el narcotráfico, y se presentaba una profunda crisis económica originada entre otros factores por los altos niveles de desempleo, la poca inversión extranjera en el país y la escasa implementación de políticas económicas por parte del gobierno para resolver esta delicada situación.
En el pasado ya se se habían intentado realizar treguas y negociaciones de paz con este grupo armado ilegal. Una de las más importantes fue en el año de 1982 cuando fue aprobada la ley general de amnistía ( Ley No 35 del 19 de noviembre de 1982 ) con la cual se dio inicio a un proceso de “cese al fuego, tregua y paz” entre las FARC – EP y el gobierno del entonces presidente Belisario Betancur ( 1982 – 1986 ). En este proceso las partes se comprometían a un cese bilateral del fuego y a la búsqueda conjunta de una solución política al conflicto. Este cese al fuego fue heredado por el gobierno del presidente colombiano Virgilio Barco ( 1986 – 1990 ) en el cual concluyó el proceso de forma calamitosa pues no se evidenciaba una voluntad real de las partes por dar final a la confrontación armada a través del diálogo político .
Estos antecedentes, y la esperanza colectiva de poner final a esta confrontación llevo a que la gran mayoría de la sociedad colombiana respaldara este proceso pues veía en el una nueva oportunidad histórica de encontrar políticamente soluciones a uno de sus problemas más estructurales.
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Cobertura informativa del proceso, una gran responsabilidad en tiempos difíciles para Colombia
La investigación “Periodismo, guerra y paz. Campo intelectual periodístico y agendas de la información en Colombia”, que fue realizada en el año 2002 por un grupo académico de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, Colombia, se dio a la tarea de analizar como se efectuó la cobertura informativa de este proceso de paz antes mencionado por parte del diario El Tiempo, el periódico de mayor circulación y referencia en Colombia. A partir de esta reflexión académica, es interesante empezar a revisar varios puntos de entrada y poder comprender las complejas relaciones que se tejen entre los medios de comunicación y la opinión pública.
Vale la pena anotar antes que el director de dicha investigación fue Jorge Iván Bonilla Vélez, como coinvestigador estuvo Catalina Montoya, y contó con el apoyo de un grupo de investigación conformado por: Andrea Cadelo, Camilo Tamayo, Ana María Montaña, Marcela Sanabria, Carlos Solano y José Alejandro Cepeda.
Como se mencionaba anteriormente, se realizó un análisis de la cobertura informativa que ofreció el periódico de mayor circulación en Colombia, periódico El Tiempo, sobre las fracasadas negociaciones de paz entre el gobierno del presidente Andrés Pastrana ( 1998 – 2002) y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - FARC, que duraron del 14 de octubre de 1998 al 20 de febrero de 2002. Los marcos interpretativos o frames, fue la opción metodológica que se utilizó para dar cuenta de las representaciones que se hacían sobre los diferentes actores que intervenían en el proceso de negociación.
Los frames son conjuntos de paquetes interpretativos que otorgan significaciones a un determinado asunto o problemática social y se han definido igualmente, según los autores Gamson y Modogliani, como una idea organizadora central o como una estructura interna, que da sentido a los asuntos relevantes y que ofrece un número de diferentes símbolos condensados que otorgan significaciones sobre las problemáticas a través del tiempo.
Es por lo anterior que a partir de este enfoque se hace posible analizar las complejas relaciones que se tejen entre medios de comunicación y opinión pública, partiendo de que es posible observar la cantidad de interacciones que se generan alrededor del discurso mediático a partir de la producción de los mensajes.
Partiendo del análisis de contenido y cualitativo de 355 informaciones publicadas en el periódico El Tiempo se determinó que el género periodístico más recurrente para dar informaciones sobre la guerra y la paz en Colombia es la noticia, evidenciando que la información se encuentra centrada en el día a día de los acontecimientos relacionados con el conflicto armado y, en su momento, con los fallidos diálogos de paz.
Así mismo, se pudo identificar que los pronunciamientos por parte de los actores del conflicto fueron los que más piezas periodísticas generaron. En cuanto a los géneros interpretativos que más se trabajaron durante este periodo fue el análisis, seguido en su respectivo orden, por la crónica, el reportaje y la entrevista.
Se pudo identificar ocho tipos de acontecimientos en los que se llevaron a cabo las informaciones: el primero, las reacciones de los actores directamente involucrados con la negociación acerca del conflicto, o de la mesa de negociación, en relación con los negociadores designados por el presidente Andrés Pastrana para dichos diálogos. La internacionalización del conflicto ocupó el segundo lugar. Posteriormente se encontró que los pronunciamientos de los actores del conflicto ocupó el tercer lugar, seguido de las acciones o hechos de guerra. En el quinto lugar se ubicaron los acontecimientos que relacionaban directamente a los paramilitares dentro de la negociación. El sexto tipo de acontecimiento fue el estancamiento del proceso; el séptimo los avances del mismo y el octavo la instalación y preparativos de la mesa de negociación.
Se pudo determinar también que los protagonistas de los hechos informativos sobre la paz y la guerra en este periodo fueron las FARC, seguidos de los cuerpos de seguridad del Estado, los actores pertenecientes al sector académico y mediático nacional e internacional. La población civil ocupo el puesto siguiente, y las organizaciones sociales y civiles nacionales no gubernamentales, partidos y líderes políticos, junto con los organismos gubernamentales e interestatales globales, tuvieron un muy bajo nivel de ocurrencia con respecto a los anteriores actores.
Por su parte, las acciones de guerra y de paz se enmarcaron en dos grupos: las militares, concernientes a la confrontación armada y dos, las retóricas relativas a la negociación. Así mismo fue posible ver que en cuanto a las acciones relacionadas con la confrontación bélica, la información tuvo que ver con el posicionamiento militar estratégico de los actores. En cuanto a las acciones del contexto de la negociación, el periódico El Tiempo, puso énfasis en “las declaraciones que se presentaban de manera oficial y no oficial hechas por actores protagonistas del proceso de paz y del conflicto armado, y recurrió a ellas más que a cualquier otro tipo de acción retórica durante todo el proceso de paz”.
Es relevante observar como durante el desarrollo de los anteriores períodos se pasó de la idea de mantener la mesa de diálogo y de la solución por esa vía del conflicto armado, a la concepción de salida del mismo por vías de la confrontación armada frontal. Los intereses de Estados Unidos y sus concepciones sobre las FARC, después del 11 de septiembre, por causa del terrorismo, el narcotráfico y la violación a los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario reforzó la idea del uso inadecuado de la zona de distensión y la manipulación del proceso de paz.
Sobre esto, el desempeño de los medios de comunicación, basado en el manejo que le dieron a la información, fue coherente en la medida en que se atribuyó la responsabilidad del proceso a la guerrilla y lo que ésta quisiera ceder. Dicho paso fue la consecuencia de un proceso que se manejó sin responsabilidad política y sin reconocimiento del otro actor.
Es importante destacar la dualidad que se presentó paralelamente a los hechos y su visibilización. Por un lado se ubicaron los acontecimientos bélicos y políticos, y por el otro, la lucha por acceder a la significación en el marco de la simbología de la representación.
Por otra parte, las informaciones consideradas de gran importancia dentro de la información que analizaron los investigadores fueron las relacionadas con acuerdos que se buscaban con la negociación. De esta manera, el canje entre guerrilleros por soldados, así como la liberación de secuestrados, la lucha contra el narcotráfico y la desmantelación de los grupos paramilitares, fueron los hechos que más se informaron.
En este orden de ideas se crearon dos marcos de realidad: de un lado estaba la de los actores que se sentaban en la mesa a dialogar sobre la paz, y por el otro la de los soldados y guerrilleros que se disparaban entre sí por ganar posición estratégico-militar.
Esto hace evidente las “zonas de opacidad e invisibilidad” puesto que, al mismo tiempo que los medios de comunicación hacían valer su derecho a la libertad de prensa y las garantías constitucionales para ejercer su profesión, los actores del conflicto se encargaban de invisibilizar sus actos mediante la censura, la amenaza y la persecución. Esta actitud, promovida por los actores que se encontraban dialogando, y secundada por los mismos medios de comunicación, conllevaron a la creación de visiones a favor o en contra para presionar cierto tipo de medidas y así mismo “gestionar con más o menos éxito unas significaciones del proceso bélico y político que terminaron por volverse en contra de éste último minando la posibilidad para lo cual el espacio había sido creado originalmente: la paz de los colombianos”.
Lo anterior llevó a que se crearan unos marcos de interpretación en donde lo utópico, lo esperanzador y conciliador se combinó con lo guerrerista y pragmático con el fin especifico, y contrario a tener el diálogo como la única herramienta para la negociación. Con base en esto fue posible llegar a plantear la hipótesis según la cual, el gobierno poseía una cierta ventaja en el terreno simbólico sobre la guerrilla, contrastada con la que tenía la guerrilla en el ámbito estratégico-militar en la zona de distensión que al mismo tiempo permitiría que esta última reforzara sus filas.
De esta forma, el gobierno, en cabeza del presidente Andrés Pastrana, se hizo ver como el líder de un sueño del cual hacían parte todos los colombianos, basado en la transparencia política, la buena fe y la búsqueda de la confianza por medio de las muchas concesiones otorgadas a la guerrilla.
Esa imagen proyectada por el Presidente hizo que el gobierno fuera superior desde el punto de vista moral y mediático, mientras que se enfatizaba en la brutalidad de los ataques de la guerrilla y se connotaba a las Fuerzas Armadas como profesionales y eficientes, con lo que simbólicamente se mostró la inferioridad moral de las FARC y su posición de culpables del fracaso del proceso de paz.
Esa imagen fue construida por la posición oficial y la del periódico El Tiempo, junto con una serie de actores e intereses que fueron determinantes en el proceso como los ataques del 11 de septiembre y el rumbo que le dio Estados Unidos a la política exterior hacia Colombia y hacia el mundo en general. Así mismo, la posición de la sociedad civil en contra de la violencia y la confluencia de actores políticos en las elecciones presidenciales que respondían a los deseos de la mayoría de los colombianos.
Comentario:
La ruptura de este proceso de paz entre el gobierno colombiano y las FARC fue el resultado de la falta de articulación de las agendas por parte de los actores involucrados y por pesar más los intereses individuales que los colectivos. Lo anterior, sumado a la evidente improvisación del gobierno para manejar ciertos temas claves dentro de la negociación como el cese de hostilidades, la erradicación de cultivos ilícitos o el tema del secuestro ; llevó al país de nuevo a un ambiente de frustración y desencanto.
Igualmente, el periodismo colombiano vivió un verdadero reto cuando se dieron comienzo a las negociaciones de paz entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – FARC – y el gobierno del presidente Andrés Pastrana, pues no se encontraban preparados para informar un tema tan complejo como este y no habían contado con capacitación especial previamente. El observar que la agenda informativa de los medios de comunicación durante el proceso se construyó basándose en las dinámicas de los actores, devela una falta de capacidad de los mismos para establecer una agenda propia. Esto es preocupante en la medida en que se establecen narraciones más coyunturales que estructurales, se pierde la capacidad de análisis y no se aporta a la comprensión global de los hechos.
De la misma forma, y de forma positiva, la experiencia que dejó el cubrimiento informativo de este proceso ayudó para que en estos momentos se tenga una mayor responsabilidad en la creación de relatos de paz y de guerra por parte de los medios de comunicación colombianos, pues esas “lecciones aprendidas” se concretan en la forma como actualmente se construyen las informaciones. El llamado de atención que nos deja esto es la necesidad que tiene la sociedad colombiana de realizar estudios que monitoreen las piezas periodísticas, para así lograr comprender mejor cómo se están construyendo los relatos sobre el conflicto armado y la paz en Colombia.