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Transformation de conflit, de Karine Gatelier, Claske Dijkema et Herrick Mouafo

Aux Éditions Charles Léopold Mayer (ECLM)

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Coronel Carlos Ordonez, Carolina Ordonez, , Quito, mars 2007

Historia de las Fuerzas Armadas

Para hacer una breve descripción de las etapas que han vivido las fuerzas armadas se ha tomado en cuenta varios puntos de vista, por un lado un historiador que ha sido parte del Partido Socialista Ecuatoriano, Enrique Ayala Mora, por otro el Centro de Estudios Históricos del Ejército, con el trabajo del Doctor Jorge Núñez y finalmente, los testimonios de una generación de militares que vivenciaron la doctrina de trabajo para la paz, a pesar de haber sufrido conflictos bélicos.

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Una descripción histórica nos la brinda Nuñez (1) las fuerzas militares de los pacíficos pueblos del callejón interandino, esencialmente defensivas y de convocatoria ocasional, fueron distintas, tanto en su función como en su organización, del ejército inca, una verdadera maquinaria de guerra, organizada para la conquista y la expansión territorial del Tahuantinsuyo.

En la irrupción española estuvo a cargo una fuerza armada irregular que se organiza expresamente para dominar y saquear. Más tarde, ya asentado el sistema colonial, tuvimos dos tipos de fuerzas militares, las tropas fixas, o cuerpos del ejército español asignados a diversas guarniciones, y, de otra, las fuerzas milicianas, que hasta el segundo tercio del siglo XVIII se convocaban ocasionalmente, para enfrentar ataque piráticos o rebeliones indígenas, fuerzas que de ahí en adelante pasaron a integrar un verdadero ejército permanente, formado por voluntarios locales, armado y equipado por los más ricos propietarios criollos.

Inicio de la vida Republicana

Durante este período republicano el país pasó por diversas etapas entre las que se encuentran revoluciones, levantamientos y dictaduras que de alguna forma se muestran diferentes a las que se conocen en América Latina.

Las características del inicio de la vida republicana eran la supervivencia de la estructura socio-económica colonial, simbolizada en las haciendas donde unos patrones blancos de origen español seguían explotando a cientos de miles de peones indígenas y a miles de esclavos negros, a los que mantenían en la abyección y la miseria.

Otra de ellas fue la institucionalización de una “república sin ciudadanos”, en la cual la ciudadanía y sus derechos conexos eran privilegios consagrados legalmente para una exigua mayoría de grandes y pequeños propietarios, lo que dejaba a una enorme mayoría de la población (alrededor de un 90 % del total) al margen del sistema político y de los derechos ciudadanos. Esa misma mayoría era la que llevaba el peso del sostenimiento del fisco, mediante el pago de la contribución personal, y también cargaba con el peso de las campañas militares y las guerras civiles, a las que era llevada por el expeditivo método de la soga, es decir, el reclutamiento forzoso.

Estado nacional y Ejército

Con el nacimiento del Estado republicano a partir del ejército, lo convierte en la autoridad de última instancia, que las Fuerzas Armadas desarrollaron a lo largo de los siglos XIX y XX y que mantienen hasta hoy respecto de la vida pública. Una función que no sólo forma parte de la mentalidad militar sino también de la mentalidad colectiva, puesto que la sociedad civil ecuatoriana ha reconocido y convalidado esa tutela militar y todavía, en la actualidad, la invoca como recurso supremo para la solución de sus conflictos políticos.

El ejército, en su calidad de primera institución republicana, se convirtió de modo casi natural en el supremo árbitro de las disputas políticas entre oligarquías regionales, reivindicando para sí un papel tutelar respecto de la vida pública.

El general José María Urbina formuló en su mensaje presidencial al Congreso de 1854, que el Ejército era “la base del poder público en países con débil institucionalidad”.

No podríamos entender a cabalidad esa función política asumida por el naciente ejército nacional si no analizáramos su constitución interna y el origen social de sus jefes y oficiales. Porque la verdad es que el Ejército cumplió también, en aquel momento, otra función trascendental : fue el primer canal abierto al ascenso social de los sectores marginados del sistema colonial y post-colonial.

Blancos pobres, mestizos, negros e indios subieron socialmente gracias a su participación en las luchas de independencia y al sistema de ascensos militares, llegando en algunos casos a ocupar altas funciones públicas, ante los ojos asombrados de las antiguas elites coloniales, que de inmediato empezaron a clamar contra la “pardocracia”.

Pero ese ascenso social era imparable y no había fuerza capaz de impedirlo. De ahí que algunos sectores aristocráticos prefirieran cooptar y asimilar a algunos jefes militares jóvenes a través del sistema de alianzas matrimoniales. Ello permitió a la oligarquía controlar políticamente al poder militar surgido de la independencia, también consolidó socialmente a esos sectores emergentes. Gracias a esa transacción hubo quienes, como Juan José Flores, llegaron a ocupar la silla presidencial.

Esa afirmación del Ejército como primera institución pública permitió también la consolidación de los militares como categoría socio-profesional, rompiendo parcialmente la estructura aristocrática heredada de la colonia y creando una avanzada de la moderna “clase media”. Facilitada por el horror a la guerra que asumieron las buenas familias criollas, terminando la milicia integrada por tropa indígena y negra y por oficiales mestizos o blancos pobres, que buscaban en la vida militar el ascenso social que difícilmente podían conseguir en la vida civil.

De modo inevitable esa composición social del inicial Ejército determinó que esta institución fuera, durante las primeras décadas de vida independiente, el único espacio social con una mentalidad realmente republicana, mientras en el conjunto de la sociedad civil seguían prevaleciendo las ideas y valores de la antigua sociedad colonial.

Esa vocación republicana del inicial ejército fue recuperada con la revolución Marcista, que insufló a la milicia ecuatoriana de un espíritu nacionalista y antioligárquico, que la llevó en enfrentarse con esa alianza de militares extranjeros y terratenientes criollos que había establecido Juan José Flores.

José María Urbina, proclama en su mensaje de Jefe Supremo a la Convención Nacional de 1852 :

”El elemento democrático es ya entre nosotros una realidad imponente, que rechazará en lo sucesivo todo poder usurpador, toda tendencia oligárquica, toda pretensión extranjera, y esto hace presagiar un próspero porvenir para la República. El comportamiento del ejército nacional, ciudadanos armados en defensa de una causa justa, han ostentado todas las virtudes propias del soldado que combate por la libertad, y han soportado todos los sacrificios y privaciones con resignación de un verdadero republicano, que no aspira a otra recompensa que la de ver a su Patria libre”.

Un análisis de esta proclama nos revela el radical espíritu nacionalista que se había desarrollado en la Fuerza Armada a partir del combate al floreanismo, y también la temprana vocación antioligárquica que se había gestado en las filas militares. Más importante es el concepto que el liderazgo marcista tenía de un verdadero soldado republicano, al que definía como “un ciudadano armado en defensa de una causa justa”, y los valores y virtudes que la institución militar había definido para el mismo: valiente, moderado, honesto, leal, patriota y dispuesto al sacrificio.

Vista esa ideología que alentaba en los líderes del naciente militarismo nacional, no debe extrañarnos que éstos se lanzaran luego a la realización de una audaz reforma político-social, tendiente a eliminar los más notorios rezagos del sistema colonial, que eran la esclavitud de los negros y el tributo de los indio, con el agregado de que la mayoría de los negros libertos pasaron a integrar la tropa del ejército urbanista.

El ejército, los ejércitos

Las medidas reformistas del militarismo nacional causaron una airada pero desigual reacción de la clase terrateniente, ante la supresión del tributo de los indios, cuya erradicación afirmaba la posibilidad de que el gobierno buscase sustituir los ingresos perdidos con la creación de un impuesto a la renta de los propietarios. De otra parte, privaba a las haciendas y hacendados del principal mecanismo de fijación y radicación de la mano de obra, puesto que daba un golpe mortal al sistema de <concertaje>, asentado en el endeudamiento sistemático de los trabajadores indígenas para evitar su fuga. Esto explica la masiva reacción de los terratenientes del país contra el gobierno liberal del general Francisco Robles, el <gemelo> de Urbina.

Gabriel García Moreno, caudillo conservador comprendió que el ejército nacional, tal como se hallaba integrado era una fuerza social incontrolable. De ahí que se empeñó en reestructurar totalmente las Fuerzas Armadas del país con un nuevo mando militar, organizado con jefes y oficiales provenientes de las familias de la oligarquía terrateniente. Y los capellanes castrenses se encargaron de limpiar de ideología liberal a los restos del antiguo ejército. El resultado final fue un nuevo ejército nacional, de muy baja capacidad militar (fue derrotado todas sus campañas internacionales), pero de absoluta fidelidad política al tirano y suma eficiencia para reprimir los alzamientos populares, como la rebelión indígena del Chimborazo, liderada por Fernando Daquilema.

Tras la etapa garciana (1860 - 1875) y la breve guerra civil de 1876, la fuerza armada volvería a ser reestructurada, incorporando a ella tropas y oficiales liberales, el ejército tornaría a asumir su antiguo rol arbitral, aunque en forma atenuada.

Tras la Revolución Liberal de 1895, surgiría un nuevo Ejército Nacional, organizado a base de las tropas montoneras triunfantes, mayoritariamente costeñas. Los antiguos jefes revolucionarios pasaron a integrar el Estado Mayor del nuevo Ejército Liberal, al que Alfaro buscó profesionalizar mediante la creación de escuelas y academias castrenses, contando con la asesoría de misiones militares extranjeras.

Resulta muy aventurado hablar del Ejército ecuatoriano como una institución continua, estable y permanente. Se ve una sucesión de <ejércitos temporales>, que existieron en tanto fueron capaces de refrenar y controlar a las fuerzas político-sociales enemigas, pero que, al concluir cada conflicto civil, fueron reestructurados por las fuerzas vencedoras, que buscaban poseer la milicia fiel, sumisa y funcional a su proyecto político.

  • 1. El ejército <floreano> (1830 -1845)

Constituido con tropas remanentes de la guerra de independencia, jefes, oficiales y clases en su mayor parte extranjeros.

  • 2. El ejército <marcista> (1845 -1850)

Total renovación de comandos, mediante el reemplazo de jefes y oficiales extranjeros por similares nacionales.

  • 3. El ejército <urbanista> (1851 -1860)

Nuevos batallones, mediante la incorporación de negros esclavos manumitidos.

  • 4. El ejército <garciano> (1861 -1875)

Constituido en medio de la guerra civil. Renovación de mandos cuerpo de oficiales y tropa, con fuerzas conservadores. Primer esfuerzo de profesionalización del ejército nacional, bajo estricto control del poder civil. mandos absolutamente fieles al caudillo conservador (lo apoyan en dos golpes de Estado)

  • 5. El ejército <veintimillista> (1876 - 1883)

Incorporación de fuerzas liberales.

  • 6. El ejército del <progresismo> (1883 -1895)

Nueva estructura parcial de la milicia, a base de los mandos y tropas conservadoras que actuaron en el campaña de la <Restauración>

  • 7. El ejército <alfarista> (1895 -1910)

Organización de un nuevo ejército nacional, con mandos, oficiales y tropas salidos de la revolución. Profesionalización general de las fuerzas armadas, a través del Colegio Militar, los cursos de Estado Mayor, la Escuela de Clases, etc. Equipamiento y modernización general del ejército. Tras la guerra civil inter -liberal de 1912, eliminación (física o burocrática) de los jefes y altos oficiales cercanos al bando radical.

Dentro de los hitos en la historia del Ejército ecuatoriano, se encuentra la revolución Juliana, de principios del siglo XX y la época de las dictaduras militares.

Revolución Juliana

  • 1926 - 1931

”Inspirada y ejecutada por oficiales jóvenes, con el propósito de cambiar el caduco sistema social y económico del país, En 1926 se introducían ciertas reformas a la Ley Orgánica Militar, entre las que se destaca el incremento a siete zonas militares (habían cuatro), que dividían operativamente el territorio nacional” (2). Enrique Ayala Mora (3) describe esta etapa de la vida republicana analizando sus aciertos así como sus falencias.

El orden liberal oligárquico había acumulado demasiadas contradicciones en todos los niveles como para que pudiera prolongarse por más tiempo. La oficialidad progresista lo derroca el 9 de julio de 1925. Los protagonistas de la transformación juliana declararon de inmediato que su revolución perseguía “la igualdad de todos y la protección el hombre proletario”. Se trataba de un movimiento de carácter antioligárquico, dirigido en primera instancia contra el banco Comercial y Agrícola, institución que no sólo dominaba las finanzas nacionales sino que además se permitía el lujo de designar desde el Presidente de la república hasta ministros y subsecretarios.

La suerte de la revolución estaba echada y la contradictoria faz del reformismo era evidente. Opuestos al poder omnímodo de la plutocracia, pero incapaces de concebir un proyecto profundo de transformación, los protagonistas del proceso <juliano> estaban condenados no sólo a seguir una línea zigzagueante frente a la oligarquía, sino a expresar su <protección al hombre proletario> con medidas tan ilusas que ni siquiera merecen el calificativo de <populistas>.

A partir de 1926 la revolución había conseguido consolidarse como simple movimiento modernizador del estado ecuatoriano. Se centralizaron las rentas públicas, se crearon el Banco Central y la Superintendencia de Bancos. Se establece en la Asamblea el principio de la función social de la propiedad y la representación de las minorías políticas, se establece el habeas corpus y derechos para hijos “ilegítimos”. Se instituye la Caja de Pensiones para empleados públicos, la legislación laboral sobre contratos, jornada máxima, desahucio, trabajo de mujeres y menores y se crearon las Inspectorías de Trabajo.

Dictaduras Militares.

  • 1963 - 1966

El primer golpe militar se da el 11 de julio de 1963, “fue una medida <contrainsurreccional> acordada por el Pentágono y los monopolios en defensa de los intereses imperiales” (4).

Se imprimió a la nueva dictadura, no solo una orientación anticomunista, sino también una tónica reformista conforme a los planes de la Alianza para el Progreso. Anunció una serie de reformas estructurales el 11 de julio de 1964 dictan una ley de Reforma Agraria con el propósito de abolir las situaciones precarias y promover la creación de una capa de medianos propietarios rurales (5) .

Si bien fueron algunos los objetivos que se deseaba alcanzar en esta época lo que se logró fue la vigorización relativa de los grupos industriales y un crecimiento importante del gasto público para cubrir el incremento de la burocracia. Su arremetida contra el comunismo le hizo fortalecer el crecimiento del capitalismo ecuatoriano, vigorización y la tecnificación del aparato del estado, creciente presencia del capital extranjero en la economía, de los sectores agro exportadores sobre al estructura de poder (6).

  • 1972 - 1979

Segundo Golpe militar el 15 de febrero de 1972 donde fue depuesto Velasco Ibarra y comienza el Gobierno del General Guillermo Rodríguez Lara.

La posición nacionalista que cristalizó como línea política básica con el régimen de Rodríguez Lara no adquiere significado pleno más que sobre el telón de fondo de las concesiones otorgadas a los consorcios petroleros imperialista a partir de 1964, que representaban la enajenación de un tercio del territorio ecuatoriano(7).

Reversión al estado ecuatoriano de más de 4 millones de hectáreas en la región oriental reversión de los campos hidrocarburíferos de la Anglo Ecuadorian Oil en la costa , reducción de las concesiones, de 40 a 20 años, adquisición por parte del Estado del 25 % de los derechos y acciones de la Texaco Gulf, rescate también para el Estado de todas las explotaciones de gas, creación de la Corporación Estatal Petrolera Ecuatoriana (CEPE), construcción de una refinería estatal en la provincia de Esmeraldas, impulso de la creación de la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE) , ingreso a la OPEP (en junio de 1973). Firme defensa de las 200 millas de mar territorial, la expulsión de la misión militar norteamericana del Ecuador.

Los desplazamientos al interior de la clase dominante ecuatoriana, el ascenso de sectores medios y su accesos a la estructura del poder, el fortalecimiento de la autonomía relativa del aparato estatal, eran procesos que reflejaban en la esfera pública el fenómeno de modernización capitalista que tenía lugar en la esfera de la producción. La combinación tecno-militar que asumió el control de Gobierno en 1972 constituía la expresión política más alta de ese proceso de “modernización”. Los sectores dominantes de la sociedad, a través de sus organizaciones corporativas, sus partidos políticos, y sus círculos de presión, desarrollaban una estrategia de doble perspectiva: por una parte se oponían al contenido y objetivos del proyecto gobiernista, mientras, simultáneamente, procuraban copar las instancias gubernamentales para minar desde el interior las posiciones del proyecto.

La combinación tecno-militar no era compartida por todos lo sectores de la institución armada. Surgen tres posiciones una comprometida con el contenido y los objetivos de la plataforma programática de febrero de 1972, otra opuesta a ella, y una tercera, que se declaraba retóricamente comprometida con el proyecto reformista, pero que , en la práctica, solo procuraba equilibrar posiciones para mantener el poder apoyándose en la holgura financiera que el petróleo entregaba (8).

Los aspectos más positivos del régimen dictatorial es la política petrolera nacionalista y la Reforma Agraria. Durante 1972 - 1974 se distribuyeron 50.425 hectáreas en favor de 5.927 familias campesinas (0,73 % del total de tierras cultivadas).

Notas :

(1) : Nuñez Sanchez, Jorge en Centro de Estudios Historicos del Ejercito. Breve Historia del Ejercito Ecuatoriano. 2005.

(2) : Centro de Estudios Historicos del Ejército. Breve historia del Ejécito ecuatoriano.

(3) : Ayala Mora, Enrique. Nueva historia del Ecuador. Volumen 10. Corporacion Editora Nacional. 1991.

(4) : Ayala Mora, Enrique. Nuevo historia del Ecuador. Volumen 11. Corporacion Editora Nacional. 1991.

(5) : Ayala Mora, Enrique. Nuevo historia del Ecuador. Volumen 11. Corporacion Editora Nacional. 1991.

(6) : Cueva, Agustin. « La Junta Militar del Gobierno » en Ayala Mora, Enrique. Nuevo historia del Ecuador. Volumen 11. Corporacion Editora Nacional. 1991.

(7) : Ayala Mora, Enrique. Nuevo historia del Ecuador. Volumen 11. Corporacion Editora Nacional. 1991.

(8) : Verduga, César. En Ayala Mora, Enrique. Nuevo historia del Ecuador. Volumen 11. Corporacion Editora Nacional. 1991.