Coronel Carlos Ordonez, Quito, mars 2007
Militares ecuatorianos por la paz : nuestras raices
Los pueblos Indígenas que poblaron el territorio que hoy constituye el Ecuador fueron culturas que tenían como principal preocupación el comercio, tanto en la parte andina como en la costa. Su influencia llegó hasta Centro América por el norte y a la región sur toda la costa peruana. Esta habilidad fue respetada a lo largo de la conquista, primero de los Incas y luego la española. En los dos casos fue más allá, ya que hicieron de su actividad una forma de mantener su influencia política, así como de asegurarse de productos que no disponían en la región como para su intercambio.
La conquista española vino ha complementar la formación de la nueva raza dándole, entre otras cualidades, su sed de aventura. Todo esto dio como resultado un pueblo amante y cariñoso con su tierra. Este apego a la tierra y a la naturaleza ha sido ancestral.
De ésta región han salido los grandes sueños : la aventura hacia el mar, ya que los españoles en su llegada, encontraron embarcaciones marineras que comercializaban en sus costas. Luego, el gran sueño de la búsqueda del “Dorado”, llegando al descubrimiento del Río de las Amazonas.
La Independencia trajo consigo problemas territoriales, producto de la época de la Colonia. En la vida republicana, estas disputas jurisdiccionales dieron lugar a conflictos armados que, con fe consideramos y esperamos, que hayan sido superados, ya no importa el costo.
El hecho de ser un país pequeño acentúa el sentimiento de búsqueda de justicia respeto del fomento de la Paz nacional, regional y mundial. Su Fuerza Armada siempre ha sido formada para la defensa de su pueblo y de su terruño. Ha prevalecido la consigna no hacer la guerra sino siempre la búsqueda y fortalecimiento de la Paz. Hoy disfrutamos de la paz y ansiamos que se quede para siempre entre nosotros los americanos y el mundo.
Como militares, el conocer de cerca la guerra, y sus efectos - el descalabro económico, la destrucción material, la pérdida de vidas, conciencia y sentimientos y otros de la condición humana - hace que continuemos reforzando nuestra presencia como artesanos de la paz, que seamos los mensajeros de la consigna mundial iniciada en casa, fortaleciendo el diálogo, la solución pacífica de las controversias.
Creemos en la mediación como herramienta válida para llegar a acuerdos , que los seres humanos nos pertenecemos al mundo y que éste es uno solo y que tenemos la misión fundamental de crear y dejar un mundo mejor, para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos .
Al hablar de mi formación y de toda mi generación, puedo decir que, como todos los seres humanos, estamos destinados a cumplir con un rol en este mundo. Entramos jóvenes e ilusionados al Colegio Militar Eloy Alfaro.
La vida militar es dura, exige muchas privaciones pero también oportunidades, como llegarse a conocer a sí mismo, dominarse y superarse en cada momento. Creo que es importante señalar que en los años 1950, tanto en los institutos militares y luego en los cuarteles, se inició la enseñanza de “la disciplina consciente”.
Esta formación está basada en el convencimiento del cumplimiento de las obligaciones por convicción, sin la presión o la fuerza. Este tipo de disciplina propone que no es necesario la presencia o el control sistemático para que se hagan las cosas. Sin lugar a dudas esto marcó nuestras vidas, mentalidades y actitudes. Así, el resultado fue : la búsqueda y el razonamiento del por qué de las cosas, la verdad en el más amplio de los sentidos, el humanismo como principio fundamental.
A lo largo de la vida militar, y en los diferentes grados, fue la práctica de la justicia y la razón, la formación integral y la superación personal respetando a los demás, nuestras enseñanzas más ricas. El conocer personas, circunstancias y lugares remotos, constituyen experiencias aleccionadoras.
Hemos sido testigos de :
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el sufrimiento y la pobreza de tantos pueblos y lugares ;
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la falta de servicios básicos ;
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la carencia de oportunidades de trabajo.
Las distintas realidades que conocimos han marcado profundas huellas en nuestro espíritu, despertando el deseo ferviente de buscar y apoyar a las soluciones para los grandes problemas que aquejan a los desamparados y necesitados de nuestro País.
Al jubilarme de la vida militar, ha renacido ese sentimiento de servicio a la comunidad, esa deuda que tenemos todos los seres humanos con los que más necesitan. La vida me ha dado una nueva oportunidad de servicio a la ciudadanía, al estar trabajando como funcionario municipal del Distrito Metropolitano.
No importa desde qué lugar o en qué posición nos encontremos. Lo importante es ser y sentirnos útiles a la sociedad. Sin lugar a dudas, la formación del hogar de la enseñanza así como la vida de cuartel nos ha dado afán de fomentar el entendimiento, de conocer nuestras limitaciones, de buscar y construir la paz, en el sentido más amplio de nuestra condición humana.