Oscar Arias, Asamblea General de las Naciones Unidas, Nueva York, septembre 1986
Discurso pronunciado por el Presidente de la República de Costa Rica, Dr. Oscar Arias Sánchez, el 24 de setiembre de 1986, ante la XLI Asamblea General de las Naciones Unidas, en Nueva York, Estados Unidos de América
Paz en Centroamérica: libertad y democracia para cinco pueblos.
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Réf. : Discurso pronunciado por el Presidente de la República de Costa Rica, Dr. Oscar Arias Sánchez, el 24 de setiembre de 1986, ante la XLI Asamblea General de las Naciones Unidas, en Nueva York, Estados Unidos de América
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Señor Presidente, Señores Delegados:
Presento un respetuoso saludo a los dignísimos representantes de los Estados soberanos miembros de este foro sin par de la palabra y de la esperanza. Y a vos, señor Presidente, que dais lustre a la Comunidad Internacional, os formulo el testimonio de mi aprecio y de mi complacencia, porque fuisteis escogido para presidir esta Asamblea General de Naciones Unidas en el Año Internacional de la Paz.
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Vengo de un pueblo sin armas
Vengo de un pueblo sin armas. Nuestros hijos nunca han visto un tanque y desconocen el helicóptero artillado, el barco de guerra y el cañón. Los padres y abuelos explican a los jóvenes la curiosa arquitectura de algunas escuelas, en relatos que atestiguan cómo, hace ya muchos años, esas escuelas fueron cuarteles.
Vengo de un pequeño país que disfruta de una democracia centenaria. En mi patria, ninguno de sus hijos, hombre o mujer, conoce la opresión . No hay un solo costarricense que marche al destierro. Es la mía una nación de libertad.
Vengo de una tierra que en pocos años ha dado refugio a más de 250.000 extranjeros. Son hombres, mujeres y niños que han llegado a nuestro suelo, huyendo de tiranías, huyendo de horizontes de miseria sin esperanzas, huyendo de la violencia entre hermanos, para buscar protección en la libertad y la paz de Costa Rica. Estos extranjeros constituyen el 10% de la población del país y son, en su mayoría, nicaragüenses.
Vengo de una nación que, al igual que muchas de las de ustedes, se enfrenta a problemas graves. Nuestros problemas van desde una pobreza que afecta a numerosos compatriotas, hasta amenazas a la paz que amamos tanto. Queremos derrotar esa miseria y queremos preservar la paz.
Vengo de una región del mundo caracterizada por grandes contrastes. Existen desigualdades entre los cinco países del istmo centroamericano y entre los hombres que los habitan. Hay en estas tierras pueblos que pueden elegir libremente a sus gobiernos, otros que no; hay pueblos en los que los derechos humanos se respetan, otros en los que se violan diariamente; hay pueblos donde la violencia tiene lugar en campos y ciudades, otros en que la convivencia pacífica es ejemplar. Junto a miles y miles de analfabetos hay, entre sus hombres y mujeres, músicos y poetas que honran a la humanidad. Hay poetas y escultores que han trascendido sus fronteras con sus expresiones artísticas. Ha habido dictadores que han sobrepasado los límites de la crueldad en décadas de sombría historia. Son esas tierras de Centroamérica, entre las cuales se encuentra ubicada Costa Rica, tierras de bienestar para unos pocos, de dolor para muchos, pero de esperanza para todos.
Vengo de la democracia más antigua de Iberoamérica. Traigo aquí la alegría de una nación que ve como única esperanza de paz para las Américas, que la democracia, con justicia, llegue a reinar en toda su geografía. Nos regocijamos de que tantos pueblos hermanos hayan ido recobrando sus libertades políticas. Quisiéramos olvidar pronto la estela de dolor que ha quedado tras cada experimento autocrático y despótico en nuestra América.
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Alianza para la libertad y la democracia
Lamentamos que el escenario de crueldad, de endeudamiento inútil, de corrupción desenfrenada y de violaciones sistemáticas a los derechos humanos, que queremos olvidar, tenga aún expresiones diarias en unos cuantos pueblos de nuestra América. Por eso, al asumir, hace poco tiempo, la Presidencia de mi país, convoqué a una alianza para la libertad y la democracia. Dije entonces que, ni económica ni políticamente, debía Costa Rica ser aliada de gobiernos que opriman a sus pueblos. Afirmé, y lo reitero aquí, que para transitar por caminos de paz en las Américas y el Caribe, debe superarse el miedo a la libertad: libertad y democracia para el desarrollo, libertad y democracia para la justicia, libertad y democracia para la paz.
Traigo a este foro el mandato de mi pueblo para hablarles de la paz en Centroamérica, asediada por la violencia que persiste en naciones hermanas y por la amenaza de la guerra.
Desde hace muchas décadas, hombres singulares predijeron que solo en democracia y en libertad podría encontrarse el camino adecuado para luchar por la justicia. La noche de las dictaduras fue, sin embargo, muy larga en la región. Al brillar la luz de la libertad, ha quedado al desnudo lo que significaron para los pueblos años y años de atropellos a los derechos del hombre, de insensibilidad ante los problemas del humilde, de explotación abusiva y despiadada por parte de sus gobernantes.
El despertar democrático de Centroamérica no es fácil y está plagado de obstáculos. En algunos países, las sombras de ejércitos acostumbrados a la dictadura parecen acechar, de modo siniestro, los primeros pasos de los gobiernos elegidos por los pueblos. En otros casos, la desconfianza profunda entre hombres nacidos en una misma tierra, estalla en guerra de guerrillas. El llamado a la reconciliación interna por el sendero de la democracia no parece, por ahora, tener efectos tangibles. Continúan matándose hermanos, continúa desangrándose la América Central.
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Una lucha libertaria traicionada
Los problemas hasta aquí descritos son abrumadores. Pero todavía hay más. La heroica lucha libertaria del pueblo nicaragüense, que culminó con el derrocamiento del tirano Somoza, ha tomado un curso político que no responde a las ansias de libertad de ese pueblo, ni a las esperanzas por la vigencia plena de la democracia, que alentaron tantos países que, en su hora, apoyaron la lucha contra la dictadura.
Ese curso político, no querido ni previsto, ha transformado a Centroamérica en otro escenario del enfrentamiento entre el Este y el Oeste. No hay alivio para nadie por el camino que escogieron los comandantes que traicionaron una revolución destinada a devolverle la democracia a varias generaciones que solo conocieron la opresión. No hay alivio para ese pueblo que, frustrado y decepcionado, ha vuelto a la guerra civil. No hay alivio para naciones vecinas, que sienten ya la amenaza de un nuevo dogmatismo totalitario, y que sufren ya las consecuencias de una frontera de dolor y desencanto.
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Contadora no ha muerto
América Latina, cansada ya de violencia inútil y adolorida por décadas de opresión, advirtió que los albores de una era de libertad para todo el continente americano están ensombrecidos por el conflicto entre el Este y el Oeste, como consecuencia del camino que decidió tomar el gobierno de Nicaragua. Surgió entonces una iniciativa diplomática sin precedentes: el Grupo de Contadora.
El objetivo perseguido por México, Colombia, Panamá y Venezuela mereció el respeto y el respaldo del mundo entero, y desde luego el apoyo de Costa Rica. El propósito no fue otro que propiciar un foro para ayudar a los Estados centroamericanos a robustecer su democracia y sus libertades. Se creó como un foro para buscar la reconciliación interna de los pueblos en lucha armada, y para garantizar, por medio de la democracia, la liquidación inmediata de la incipiente amenaza de un conflicto entre el Este y el Oeste. Se creó como un foro para facilitar la comprensión del mundo entero en favor de un tratamiento económico preferencial para el área centroamericana. Se creó como un foro para acelerar el desarrollo económico de nuestros pueblos y para mitigar, así, los rencores acumulados durante la época de los dictadores.
Al Grupo de Contadora se unió, luego, el Grupo de Apoyo, constituido por los gobiernos democráticos de Argentina, Brasil, Perú y Uruguay. Latinoamérica entera buscaba unirse para revivir el grito libertario de Bolívar. Contadora se transformó en la vanguardia de una América Latina que quería marchar unida, en pos de la libertad, y en favor de la democracia política para todos sus pueblos. «No más dictaduras de uno u otro signo en el camino de paz para las Américas», gritó Contadora.
El gobierno de Nicaragua no ha querido escuchar el mensaje libertario de la historia. El gobierno de Nicaragua no ha querido estrechar la mano fraterna de Contadora. Encerrado en un dogmatismo estéril, ha utilizado el foro de la libertad para ganar tiempo a fin de consolidar un Estado militar y totalitario en su territorio.
Contadora no ha muerto. Costa Rica seguirá apoyando este esfuerzo mientras exista un solo aliento de esperanza. Queremos una solución pacífica y buscamos el imperio de la razón. Hay una historia de libertades en la que estamos llamados a ser protagonistas responsables y conscientes. Habrá una tragedia de guerra, si damos las espaldas a esa historia, en la que estamos llamados a ser víctimas.
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Haremos respetar la neutralidad
Costa Rica se ha declarado neutral frente a los conflictos armados de Centroamérica. Mi gobierno hará respetar esa neutralidad, con todo el coraje que sea necesario. Así lo hemos demostrado con palabras y con hechos. Costa Rica no está de acuerdo con que fuerzas exógenas alimenten guerras y extiendan la muerte en la región ¡Mientras el mundo entero llama a la paz, en América Central se acerca la guerra! ¡Mientras el mundo entero clama por un mayor crecimiento económico, en gran parte de América Central aumenta la miseria!
No permitiré que grupo armado alguno utilice nuestro territorio para agredir a Estados vecinos. No lo permitiré porque Costa Rica es respetuosa del derecho internacional. No lo permitiré porque la existencia de grupos armados en nuestro territorio es un peligro para la seguridad nacional, pues carecemos de ejército para defendernos. Perderíamos, si así actuásemos, toda legitimidad frente a la Comunidad Internacional, en cuyos principios confiamos la defensa de nuestra soberanía. No lo permitiré porque esa utilización del territorio costarricense puede fácilmente vincularse con el tráfico de armas y con el tráfico de drogas. No lo permitiré porque la moral de Costa Rica es un valor sagrado. No lo permitiré porque los costarricenses creemos en las soluciones pacíficas y no estamos dispuestos a permitir que nuestro suelo sea usado por quienes pregonan las vías de la violencia. No lo permitiré porque los costarricenses no queremos la guerra ni a los hombres que creen en ella.
Nuestro compromiso es con la paz y con el desarrollo. La aspiración de más techo y más trabajo para mi pueblo, señores delegados, es incompatible con la guerra.
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Confiamos en el diálogo
Porque en Costa Rica no conocemos el miedo a la libertad, nunca dejaremos de confiar en el diálogo. Por eso fuimos a la reunión de los mandatarios centroamericanos en Esquipulas, Guatemala. En Esquipulas, Centroamérica reafirmó su fe en la democracia y en la libertad. El gobierno de Managua quedó advertido de que solo la democracia es escudo contra el dolor y la guerra que queremos evitar.
Costa Rica también cree en la iniciativa del Presidente Cerezo de crear un Parlamento Centroamericano. Pero cree en ese Parlamento solo si se constituye como expresión genuina de regímenes democráticos de cada una de las naciones centroamericanas. No aceptamos un foro regional que solo sirva para legitimar internacionalmente a las dictaduras.
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Sandino asesinado nuevamente
El gobierno de Nicaragua ha acusado a mi país ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, por una pretendida complicidad de mi gobierno en acciones bélicas desde territorio costarricense. Singular ejemplo de «las pavas tirándole a las escopetas», como dice la expresión popular.
Vamos a ir a la Corte de La Haya a defendernos. Ya conocemos las maniobras publicitarias del régimen de Managua. Estamos cansados de diálogos en que todo se cambia; cansados de insinceras promesas de negociación. Queremos que, en La Haya, el mundo entero vea la verdad oculta de una Nicaragua donde Sandino fue traicionado una vez más. Hace siete años Sandino resucitó para celebrar la libertad de un pueblo. Una vez más lo han asesinado.
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Pido al mundo que comprenda
Hemos recibido miles y miles de refugiados nicaragüenses. A los costarricenses nos preocupa que se consolide un régimen de ideología marxista totalitaria en nuestras fronteras. Nuestro pueblo sabe que en Europa y en otras latitudes de la tierra, las fronteras geográficas entre el Oeste y el Este cuestan millones y millones de dólares en armamentos, sistemas defensivos y alianzas militares.
¿Puede el mundo entender que en Costa Rica no queremos pensar siquiera en la posibilidad de restablecer las fuerzas armadas? ¿Puede el mundo entender que no nos es posible continuar recibiendo oleadas de refugiados?
Pido al mundo que comprenda, pido a las grandes potencias de todas las ideologías que entiendan que hacer en las Américas un pacto por la democracia, por el pluralismo y por la libertad, beneficia a la humanidad y propicia la paz del mundo.
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Una página franca y honesta
Traigo también el mandato de mi pueblo para hablarles de nuestras preocupaciones en el campo de la economía mundial y para hablarles de nuestros propósitos de alcanzar un desarrollo más humanista. En esta época difícil de la historia, queremos escribir una página especialmente franca y honesta. Para ello, necesitamos garantizar la paz del país y requerimos un orden internacional más justo.
Nos preocupa, en primer lugar, que el retorno a la democracia política en las Américas, no esté acompañado de un trato económico internacional más equitativo.
Con asombro apreciamos la paradoja de que a Latinoamérica se le impongan, hoy, las restricciones económicas más severas que se recuerdan desde la crisis de los años treinta. Difícilmente la historia podrá calificar de aliados de América Latina, en sus esfuerzos de democratización, a muchos de los países industrializados. A lo sumo, los señalará como observadores indiferentes de un proceso que parece importarles mucho menos que las congojas de la banca privada internacional.
En el ayer cercano de América Latina, vimos al banquero hábil y eficiente alentar los sueños de grandeza de generales que conculcaban las libertades en muchos pueblos. Ayer, la banca internacional compitió fieramente para prestarle al tirano. Hoy, se une para cobrarle al demócrata. Ayer, no le importó que su dinero mantuviera en el poder al déspota. Hoy, no le importa el sufrimiento del que paga en libertad. Nadie tiene derecho a invocar lo apolítico para cometer lo amoral. Ello daña la digna convivencia humana y deteriora las relaciones internacionales civilizadas.
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La semilla de la igualdad
La beligerancia con que la comunidad financiera internacional ha puesto al cobro las deudas, contrasta con la serenidad de espíritu y sentido de responsabilidad con que el Tercer Mundo se ha consagrado a consolidar sus esquemas de libertad política. No todos estos esfuerzos gozan de la misma calidad ética. Es legítimo un Club de París, en resguardo de los acreedores, pero parece no serle uno de Cartagena o Buenos Aires, en defensa de los deudores. Es sabio y adecuado un Comité Coordinador para los bancos privados, que ordene el comportamiento de los deudores, pero es peligroso que los presidentes de los bancos centrales de nuestros países se reúnan para planear acciones conjuntas.
Nos preocupa que la multilateralidad, antaño instrumento para robustecer la autonomía de los pueblos, por pequeños que estos fuesen, haya tomado una modalidad muy diferente. Se le está imponiendo al Tercer Mundo condiciones económicas tan duras, que los propios países desarrollados no se atreven a imponerlas en forma bilateral. Para este propósito se utilizan algunos organismos multilaterales. Este es un grave error político, que puede llegar a tener funestas consecuencias, si no se corrige pronto.
Nos preocupa el disgusto que la igualdad política de los Estados les causa a algunos países poderosos. Esto parece reflejarse —al menos en parte— en la crisis económica que hoy afronta la Organización de las Naciones Unidas. Pareciera que a Estados pequeños y débiles quisiera negárseles el derecho al diálogo entre iguales, el diálogo sin imposiciones ni condicionamientos. Mi gobierno desea la pronta solución de los problemas financieros de esta Organización. Conscientes de nuestras limitaciones para contribuir en este sentido, mi país aportará lo que le corresponde, a fin de que la semilla de la igualdad siga siendo, en este foro, baluarte de una paz duradera para el mundo.
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Cosas que deben cambiar
Costa Rica cumplirá sus compromisos internacionales, pero propicia ajustes en las reglas del juego. Hay cosas que deben cambiar: a los países con deudas elevadas debe dárseles la oportunidad de crecer, para que puedan pagar, en vez de forzarlos a pagar sin importar su empobrecimiento. Así se evitará el rencor del débil y la arrogancia del fuerte. Urge luchar para que el esquema multilateral se practique en todos los órganos de las Naciones Unidas. Denunciemos a aquellas de sus agencias que se presten para favorecer a unos pocos países o favorezcan fórmulas únicas de desarrollo, haciendo nugatoria la diversidad que enriquece al mundo.
No tenemos por qué seguir tolerando que se cuestione la ayuda para la vivienda, para la salud o la alimentación, mientras proliferan préstamos para la compra de aviones de combate y de vestuario para soldados. No volvamos a permitir que los desequilibrios del mundo industrializado se reflejen en más miseria y más angustia para el Tercer Mundo. Es preciso compartir más equitativamente el precio de los errores del pasado. Es necesario que las esperanzas de desarrollo vuelvan pronto a los países más débiles.
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Más allá de la banca
En estos años, a los países grandes y a los pequeños, se nos ha obligado a mirar el mundo bajo el prisma de los problemas que la banca internacional privada contribuyó a crear. Hemos empequeñecido el mundo. Extendamos la mirada más allá de la banca. Devolvamos a las luchas por la paz y la libertad su valor para derrotar la miseria, para garantizar en cada rincón del mundo el respeto a los derechos del hombre. Son muchas las causas nobles que se han envilecido al someterlas al prisma del financista. Retomemos las causas nobles para mirar al mundo. No le temamos al único enfoque que puede conducirnos a la paz duradera y segura: un mundo que lucha solidariamente por liberarse de la miseria.
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Nuestro desarrollo
Lo que hemos logrado como pueblo se explica, en buena medida, por el hecho de que nuestros antepasados hicieron de la educación el principal proyecto nacional. La experiencia nos ha enseñado que aumentar la educación de todos y propiciar la calidad de vida en familia, es ruta que no nos aparta de la modestia de nuestros recursos limitados. Hemos aprendido que esta ruta robustece nuestra democracia y ensancha el horizonte de nuestras libertades.
Como la mayoría de vuestros países, hoy nos enfrentamos a condiciones adversas. No creemos, sin embargo, que esa adversidad pueda justificar que nos apartemos de la sensibilidad social en la búsqueda de soluciones de desarrollo. No podemos eludir los retos para hacer más eficiente nuestra economía y adaptarla a condiciones nuevas. Podemos, sin embargo, escoger un camino para lograr esa meta, en donde no se fomente el desempleo, en donde jamás se coarten libertades. Podemos escoger un camino para preservar primero la paz social. Queremos fortalecer la única fuerza que nos permite crecer en libertad.
Estamos empeñados en un programa para incorporar en nuestros esquemas de progreso a las juventudes que integran la Patria Joven. Estamos empeñados en absorber nuevas tecnologías para promover el desarrollo. Buscamos la incorporación plena de la mujer a la vida productiva, en la más completa igualdad con el hombre, en derechos y responsabilidades. Propiciamos que en nuestra patria no existan campesinos sin tierra ni tierra sin campesinos.
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La vivienda: corazón del desarrollo
Hemos colocado en el centro de todo este esfuerzo un desafío nacional, por encima de los partidos políticos: queremos y vamos a solucionar el problema de la vivienda para miles de familias que no la tienen.
Darle prioridad a este objetivo de la vivienda es congruente con la declaratoria de 1987 como el «Año Internacional de la Vivienda para las Personas sin Hogar». Costa Rica será ejemplo de que puede terminarse con la vergüenza del tugurio cuando se trabaja solidariamente.
Este año de 1986 es el año consagrado a la paz por la Comunidad Internacional. La iniciativa de esa dedicación fue de mi país. Puedo decir, con orgullo, que ante las situaciones más adversas, ante las provocaciones más absurdas, Costa Rica ha robustecido la fuerza de su paz. Haremos lo mismo con la vivienda.
Me propongo volver aquí dentro de cuatro años, al terminar mi mandato presidencial, para decirles que el tugurio es en mi patria solo un triste recuerdo del pasado. Quisiera venir a decirles, también, que juntos extendimos la paz a toda Centroamérica.
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Las brechas se ensanchan
Vengo de un país cuyo mandato es luchar para que el pensamiento, la palabra y la acción sean concordantes también en el mundo de las relaciones internacionales. Costa Rica sabe que la brecha entre lo que se dice y lo que se hace ha crecido en estos últimos años.
El medio ambiente continúa deteriorándose. Aumentan el hambre y la miseria. Aumentan las armas y la capacidad destructiva de las maquinarias de guerra. Aumenta el proteccionismo de los poderosos, de los mismos que claman por el libre comercio. Se habla de solidaridad internacional mientras la ayuda económica se reduce.
Los países ricos se alejan cada vez más de los países pobres. La humanidad está embriagada de tecnologías que causan muerte porque se utilizan sin capacidad para controlarlas. Cada vez que nos juntamos, hablamos de que nuestros objetivos son todo lo contrario de lo que está sucediendo en el mundo. Pero no debemos perder la fe: si no existiera la Organización de las Naciones Unidas, las brechas a que me he referido serían aún más dramáticas.
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Desarme
En nombre de Costa Rica, debo insistir, una y otra vez, en que propiciamos toda iniciativa de desarme. La carrera nuclear se ha transformado en el monumento más gigantesco jamás construido para mostrar la ceguera del poderoso.
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Discriminación racial
Con vigor y renovada fe en la Humanidad, Costa Rica pide condenar toda discriminación racial. Esta discriminación empequeñece al hombre y ofende a las civilizaciones. Hace unas pocas semanas, mi gobierno rompió relaciones diplomáticas con el régimen de Sudáfrica. Lo hemos hecho porque pensamos que deben intensificarse todas las presiones incluidas en la lista de los métodos pacíficos para poner fin a esas prácticas degradantes.
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Las Islas Malvinas y el colonialismo
Quiero reiterar aquí que pensamos es urgente el diálogo entre Argentina y Gran Bretaña para resolver la soberanía de las Islas Malvinas.
Propiciamos la pronta conclusión de los resabios del colonialismo. Es hora ya de que el concepto de los territorios de ultramar ceda paso a la libertad que por tantos años han anhelado los pueblos que habitan esos territorios.
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Terrorismo
El mundo ha visto también cómo, en estos días, el terrorismo extiende su crueldad implacable. ¡ Es imperdonable que un hombre de paz, tan grande como el ex Primer Ministro de Suecia, Olof Palme, a quien rindo tributo aquí, haya caído víctima de la violencia fanática y absurda! Pienso que debemos poner todo nuestro vigor en combatir estas prácticas.
Sería aconsejable que la Organización de las Naciones Unidas pensara, desde ahora, en la posibilidad de establecer una brigada internacional contra el terrorismo. Es necesario combatir una práctica que atenta contra lo que nos es más querido. Repito: condenamos todo tipo de terrorismo, venga de donde venga y se exprese donde se exprese.
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Drogas
Reafirmo también, en este foro, que Costa Rica piensa que el combate contra las drogas debe ser causa conjunta de la Comunidad Internacional. No hay mayor crimen contra la juventud del mundo entero, que el narcotráfico.
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Hambre en Africa
Reafirmo el deseo de Costa Rica de que se combata el hambre en Africa, como primera prioridad de la Comunidad Mundial. Hay una bomba atómica como la de Hiroshima, que detona cada día en silencio y se expresa en la falta de alimentos que matan y destruyen cuerpos y mentes de niños, hombres y mujeres.
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Reconciliación en Corea
Reafirmo aquí la creencia de Costa Rica, de no temer jamás al diálogo, de que este foro se abra a todas las naciones que respeten su carta. El diálogo solo puede contribuir a encontrar soluciones pacíficas, a diluir las amenazas de violencia. Por eso, mi país reitera su fe en que este foro de las Naciones Unidas pueda servir, también, un día cercano, para que las dos Coreas dialoguen y encuentren el camino de la reconciliación.
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Refugiados
Los exiliados políticos y económicos son otras de las cicatrices de dolor que marcan el rostro del mundo. Esas cicatrices son visibles en mi patria. Yo agradezco aquí los esfuerzos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados y del Comité Internacional para las Migraciones. Costa Rica necesita una colaboración mucho mayor para atender el problema de refugiados, que hoy afronta.
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Paz para el Medio Oriente
Apoyamos todos los esfuerzos de las Naciones Unidas que buscan la paz en el Medio Oriente. Nos preguntamos cuánto dolor estéril, cuánto sufrimiento acongojante falta aún por presenciar antes de que la razón retorne y la concordia vuelva a reinar en esas latitudes. Costa Rica hace votos por ver concluida la guerra entre Irán e Irak. No habrá historia que pueda justificar la estela de muerte y desolación que producen los fanatismos.
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Namibia, Campuchea y Afganistán
Costa Rica apoya el camino de la independencia incondicional para Namibia. Anhelamos también la pronta liberación de Campuchea y Afganistán.
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El destino superior del hombre
Señor Presidente:
Permítame expresar mi agradecimiento al señor Secretario de las Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuéllar, y a esta Organización, por sus esfuerzos permanentes en favor de la paz. Mientras este foro exista, nadie podrá olvidar la vinculación entre paz y desarrollo. Mientras no olvidemos esa relación, tendremos causas comunes para luchar contra la miseria, para defender los derechos humanos por encima de las fronteras, para desterrar de todos los pueblos el miedo a la libertad.
Ante las adversidades de este lustro, ante los peligros que se multiplican en el istmo centroamericano, ante las desigualdades que aumentan, Costa Rica renueva su fe inquebrantable en el destino superior del hombre, porque el alma de los pueblos se alimenta de la libertad, la democracia y la paz.
Hoy, más que nunca, debemos retomar las causas más nobles —esas que están en el alma de los pueblos— superando el miedo a la libertad.
Permitidme, entonces, terminar con orgullo, tomando las palabras del gran poeta español Miguel Hernández:
Cierra las puertas, echa la aldaba, carcelero.
Ata duro a ese hombre: no le atarás el alma.
Son muchas llaves, muchos cerrojos, injusticias: no le atarás el alma.