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, Colombia, December 2006

Los asuntos cruciales de la paz y el desarrollo regional en Colombia

Una visión integral de la sociedad, la política, la economía y la cultura en los procesos de construcción de paz y desarrollo.

Presentación

Esta ficha busca recoger algunos temas relevantes relacionados con los procesos que adelantan los programas de desarrollo y paz (PDP) y que hacen parte de su discusión conceptual y metodológica.

Como se ha mostrado en otras fichas de este dossier, los PDP son procesos sociales de largo plazo e inmersos en contextos territoriales específicos, sus regiones de intervención ; son procesos complejos, en cuanto implican la interrelación de factores económicos, políticos y culturales. Las discusiones sobre las visiones y concepciones de la paz y el desarrollo, desde una perspectiva integral, humana y en clave ecológica, establecen un amplio abanico temático, el cual se quiere bosquejar aquí. De esta misma complejidad se deriva a su vez la riqueza de posibilidades de análisis y perspectivas de estudio.

Los PDP en Colombia se caracterizan en común por desarrollar sus acciones en regiones de alta conflictividad armada, factor que se suma a profundos problemas de orden socio-político, como la exclusión, la falta de espacios de participación y la ingobernabilidad, y a problemas de orden socio-económico, como la pobreza, la inequidad, la tenencia de la tierra, entre otros. El cuadro se complementa cuando, al observar los efectos de esta conjunción compleja de factores, se detectan cambios culturales de las comunidades afectadas.

Los “asuntos cruciales de la paz y el desarrollo” se derivan de los factores anotados, conformando así temas centrales de las experiencias de estos procesos territoriales y que establecen a su vez las principales discusiones y tensiones entre los diversos actores en juego, entre los que se cuentan comunidades locales, entidades de gobierno, ONG, gremios económicos, actores armados, comunidad internacional, sectores sociales como mujeres, jóvenes, indígenas, campesinos, comunidades negras, etc.

Los escenarios de la guerra y la violencia

Como ya se ha mencionado, las regiones en donde operan los PDP tienen en común ser zonas de alta confrontación armada. Así, es la guerra y la violencia uno de los aspectos que más preocupa a estas iniciativas de paz y desarrollo : cómo avanzar en la superación de las condiciones estructurales y coyunturales que alimentan la guerra, tanto en sus expresiones diferenciadas en cada región como en la convergencia de estas en niveles nacionales. Incluso las preocupaciones contemplan aquellos otros factores de carácter internacional que inciden en la situación del país.

Esta preocupación es clara y urgente, y en mayor medida dado que es la población civil la principalmente golpeada por el conflicto armado ; masacres, homicidios, desplazamiento forzado, despejo de tierras, etc. son el cada día de los reportes y análisis sobre violación de derechos humanos. En el caso del desplazamiento, por ejemplo, son las mujeres y los niños los mayoritariamente afectados.

El conflicto armado colombiano, si bien es un conflicto de carácter nacional, dado que responde a ordenes estructurales en este nivel, se puede caracterizar como un conflicto de regiones, en la medida que se da de forma diferenciada en cada una de ellas. A esta realidad es a la que en concreto se enfrentan los distintos PDP; el propósito es comprender las dinámicas que adquiere el conflicto en cada una de las regiones de intervención. Así, existen regiones en disputa por el control, o regiones en las que dominan los grupos insurgentes (guerrillas), o regiones de dominio de grupos armados ilegales de extrema derecha (paramilitares).

Esta diferenciación se establece también en cuanto algunas regiones son más estratégicas que otras en términos militares, políticos o económicos. Así, la disputa por el control del territorio es a su vez una disputa por el control de los recursos, de los corredores de movilización (como líneas de desplazamiento de tropas, armas, abastecimientos, etc), o por conservar la presencia en territorios tradicionales, que resultan políticamente significativas. Este tipo de cosas se puede ver, por ejemplo, en el control de recursos económicos, en el caso particular de Colombia, como lo es el de zonas de alta producción y comercialización de la cocaína y los corredores de salida de la misma. Este es un ejemplo de control de economía ilegal, pero también se da el caso del manejo por parte de los grupos armados de economías legales, como son por ejemplo el control de las redes de salud, o de rifas de dinero, o el control del comercio local, etc.

Los escenarios políticos, o los juegos de poder

Este tipo de presencias de grupos armados entra en disputa con otras fuerzas sociales y gubernamentales por el dominio en las regiones. Estos distintos actores, si bien no disputan en igualdad de condiciones, si representan un juego de poderes que hacen más complejos los escenarios políticos. Es obvio que en este sentido la disputa no se da en el plano militar, sino a través de otros mecanismos que conduzcan a la cooptación de las bases y redes sociales para el acceso al poder.

En este caso hablamos de otros actores, como los partidos políticos, las instituciones de gobierno, los gremios económicos, las ONG y otras estructuras sociales como por ejemplo sindicatos, organizaciones campesinas, redes de mujeres, etc. Se puede deducir que entre este conjunto de actores hay unos que detentan mayor poder que otros, como puede ser el caso de los gremios, los gamonales políticos (líderes partidarios de alto control y reconocimiento político local) o los funcionarios públicos.

En la actualidad la disputa política cobra fuerza en tanto se ha evidenciado la pretensión de los actores armados por acceder a los espacios de poder formal, como lo son las alcaldías municipales, gobernaciones departamentales y a las corporaciones públicas. Este tipo de accesos se da en las zonas de control de los actores armados al margen de la ley. Así ha sido en el caso de las guerrillas, que han ejercido este control en sus zonas de influencia, y lo es actualmente con mayor fuerza en el caso del paramilitarismo. La elección popular de alcaldes y gobernadores que rige legalmente en Colombia desde el año 1986 favorece estas pretensiones, pues los actores armados pueden “persuadir” a la población en su intención de voto u obligar a los funcionarios a definir líneas de política pública y destinación de presupuestos. Por supuesto se trata de una situación que hace conflicto con la democracia, ante lo cual los principales afectados son los partidos políticos, sean estos tradicionales o nuevos, los intereses de los gremios económicos e incluso para los funcionarios públicos que se ven limitados en la realización de sus funciones; esto, sin contar la clara repercusión negativa sobre el ejercicio de la ciudadanía y los costos por el riesgo de perder la vida en estas tensiones que se entremezclan con la confrontación armada.

La preocupación de los PDP en este escenario de confrontación se enfoca en preguntas por el desarrollo de la democracia y el ejercicio de la gobernabilidad. Si en principio en “condiciones de paz” o en “contextos democráticos” resulta difícil el juego de la política y la búsqueda del poder, es más complejo en situaciones de guerra o confrontación armada. Aquí radica el interés de estas iniciativas regionales de trabajar con decisión en la formación política y fortalecimiento de las organizaciones y comunidades de base. De esta forma se convierten en actores políticos de sus regiones, en la intención de ganar espacios para la paz y el respeto por los procesos democráticos.

Uno de los mecanismos paralelos para avanzar en este sentido son los espacios de articulación y red, tanto entre los sectores sociales, como de estos con las instituciones de gobierno y la comunidad internacional. Tal estrategia se convierte en un proceso que intentan garantizar tanto la vida de las personas, organizaciones e instituciones (mecanismos de blindaje), como avanzar en las discusiones de las formas de profundizar la democracia y del ejercicio de gobierno, queriendo ganar en espacios de participación y toma de decisiones. Algunos avances positivos son los presupuestos participativos que se han realizado en varios municipios de los distintos PDP, o la elección en cargos públicos de líderes políticos que se han formado en el seno de los procesos sociales propios de estas iniciativas de paz.

En el fondo de estos debates por la democracia, la gobernabilidad y la ciudadanía, se encuentran las apuestas por incidir en las transformación en las concepciones y visiones del Estado. Se amplía cada vez más la idea de una ciudadanía fuerte, en el sentido de fortalecer el constituyente primario, que avance en el establecimiento de un nuevo Estado que garantice las condiciones para la paz.

El conflicto entre modelos de desarrollo económico divergentes

Los PDP, en su concepción integral del desarrollo, se ven cruzados por estos factores de la violencia y la política. En estas encrucijadas el tema del desarrollo cobra nuevas dimensiones, más allá de las simples concepciones economicistas del mismo. La particularidad de los conflictos sociales y políticos de las regiones se hace más compleja al saber que son distintos modelos de desarrollo que simultáneamente están en juego.

En el fondo, como lo han planteado algunos analistas, el conflicto armado colombiano responde a concepciones o proyectos de Estado que los distintos actores, armados y sociales, buscan implantar; lo que implica a su vez una concepción de modelo económico. Esto es lo que están pretendiendo los grupos insurgentes, los paramilitares de extrema derecha, las instituciones de gobierno, los grupos económicos de poder e incluso los proyectos de sectores sociales.

La apuesta por el desarrollo humano integral, como en términos generales lo han definido los PDP, son un reto en los contextos regionales para el bienestar de las comunidades en general y la conservación de los recursos naturales. Se trata a su vez del planteamiento y la realización de modelos alternativos al modelo neoliberal, que ha mostrado su fracaso en el conjunto de América Latina, y que en Colombia lo han implantado los grandes industriales auspiciados por el Gobierno central. Retos como los de superar incluso modelos económicos rezagados y basados en el viejo socialismo, como lo pueden estar planteando las guerrillas comunistas, o modelos agroindustriales extensivos, como lo están desarrollando los paramilitares en tierras de los campesinos desplazados.

Las preguntas no se hacen, por supuesto, esperar en este contexto ; ¿ es posible un modelo alternativo dadas las condiciones políticas y económicas nacionales e internacionales ? ; ¿ Se pueden mostrar resultados e impactos positivos con el fin de legitimar frente a las comunidades y sectores sociales regionales el nuevo modelo propuesto ? ¿ En qué medida es sostenible el modelo de desarrollo planteado ?

En estos análisis es importante contemplar el papel de la cooperación internacional. El debate planteado frente a ellos es respecto a sus propuestas económicas: ¿ a qué modelo económico le están apostando ? La comunidad internacional no es por supuesto homogénea, lo que establece igualmente diferencias, dada la obvia diversidad de metodologías, criterios, políticas de cooperación etc. de las agencias. En este campo, el debate se da en varios sentidos : preguntas por la dependencia que estas formas de cooperación generan de los procesos locales y regionales, preguntas por la dificultad en el cumplimiento de los exhaustivos trámites que exigen las agencias, lo que entorpece el desarrollo de los proyectos, preguntas por los enfoques de los programas de apoyo, que en la mayoría de los casos no responden a las necesidades de las regiones, sino a intereses de los gobiernos de origen de los recursos.

El mapa de las tensiones de los modelos económicos ayuda a evidenciar los terrenos temáticos en los que se mueven los PDP. De este modo, a los aspectos de violencia, política, economía se debe sumar la incidencia del conjunto de todos ellos sobre la cultura social de las regiones.

Hacer, deshacer y rehacer cultura

El cuadro que se ha mostrado hasta el momento afirma una vez más que las posibilidades de los PDP se dan desde perspectivas de acción integrales, a la vez que complejas. El aspecto cultural es quizás uno de los puntos más difíciles de abarcar por parte de estas iniciativas.

Uno de los efectos de la violencia armada en Colombia es sobre la configuración cultural de las regiones. Se han transformado la cultura popular (el folclor), dentro de la cual se pueden contemplar las transformaciones de los valores sociales, en el sentido moral, la cultura política y la cultura de la producción o vocación económica. Una forma de evidenciarlo es a través de los impactos en la cultura de los procesos de desplazamiento forzado de comunidades enteras, las cuales en muchos casos se han establecido en zonas completamente distintas, cultural y geográficamente, a las de sus orígenes; familias enteras han pasado del medio rural al urbano, por ejemplo.

Otros ejemplos de las transformaciones culturales es lo que en el país se ha dado a llamar la “cultura mafiosa” y la “cultura de la violencia”. La “cultura mafiosa” se expresa en la adquisición de bienes y lujos por la vía de los negocios ilícitos. Especialmente los sectores juveniles son altamente permeables a estas formas culturales. Los grandes mafiosos han establecido una forma de vida del derroche de dinero, la “posesión” de mujeres bellas, artículos lujosos, como joyas, autos, motos, etc. Los jóvenes se ven fuertemente atraídos por este estilo de vida, queriendo acceder a la misma, por lo cual son fácilmente cooptados para ingresar en los negocios ilícitos y ganar altas sumas de dinero, que no lo lograrían por otros medios. Así, tener una moto, unos zapatos deportivos de moda, ropa de marca, ejerce una alta presión sobre la juventud frente a sus amigos. La “cultura violenta” ha ganado terreno en el conjunto de muchas sociedades al tender a resolver los conflictos con violencia, o por el uso de armas, la amenaza, la denigración ; en casos más extremos, a contratar matones o apelar a la “justicia” de los grupos armados ilegales para presionar a sus “enemigos”. Estos y muchos otros ejemplos se podrían citar al respecto de los cambios culturales en sus distintas acepciones.

De aquí la preocupación de los PDP por trabajar en estos temas. Para ello se han promovido investigaciones y programas sobre la identidad regional, la recuperación o afianzamiento de expresiones folclóricas propias, la transformación de valores hacia una cultura de paz y resolución de conflictos. Incluso los temas culturales tocan los modos de producción económica, hacia formas más acordes con el respecto del medio ambiente y la dignidad de las personas y comunidades.

Comentario

Las ideas que se han presentado en esta ficha son apenas un bosquejo general de la diversidad de temas y su complejidad política, económica y cultural que cruzan el trabajo por la paz y el desarrollo de los PDP.

Se trata, como se afirmó arriba, de evidenciar cuan interesantes son estos procesos, tanto como “laboratorios en caliente” para la búsqueda de soluciones y alternativas viables para las comunidades en medio de la pobreza y la violencia, como para el estudio y la investigación en distintas áreas del conocimiento, de la forma como varias universidades y centros de investigación se han vinculado a estos programas con el ánimo de aportar a su fortalecimiento.